ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 6 | Page 48

OPINIÓN EDITORIAL T La orilla oodo se acaba y todo renace. Fabulemos: un día, medio de improviso, nos metimos en el agua. Estaba fría y ennegrecida por los rigores del invierno. No íbamos muy preparados: no teníamos ni trajes de neopreno ni tablas de fibra de vidrio, nos tumbamos en cuatro maderos y, tiritando, esperamos a que pasara algo. Y se despertó el oleaje. Primero fue una suave marejadilla. Más o menos supimos cabalgar la tecnoemoción y el yodo de la espuma de los días parecía más aprehensible dentro de un sifón. Los que nos miraban desde tierra se impresionaron. Qué arte, qué ciencia, qué revolución. Las olas de nata líquida eran demasiado espesas, demasiado densas para nuestro don de fluir mediterráneo, pero eso, eso era otra cosa. Cuando fuimos los mejores no concebíamos límites; y no porque no estuvieran si no porque surfeábamos mirando al tendido y dando la espalda al peligro de las profundidades. Aquí estuvimos bien: ¿qué arte sin temeridad ha valido nunca la pena? Pero de mar adentro se acercaban las madres, las abuelas y las tías monjas de todas las olas: el Sistema, la Academia y Telefónica. Y aquí dejamos de divertirnos. Los más duchos y los que se procuraron el equipamiento más profesional consiguieron pasar algunas crestas con solvencia, el resto se pegó el más tremendo batacazo contra la arena. Y de entre éstos surgieron dos tribus: por un lado los pícaros y charlatanes, sangre inmortal de la piel de toro que, siguiendo su programación genética, conseguían convertir el agua en vino —primero— y el vino en gaseosa —después—; transformando la artesanía del fogón en el gastrocirco. Nada que objetar, el espectáculo y la deuda pública deben siempre continuar. Y por el otro los observadores —mirones de playa—, gentecilla atónita y deslumbrada por los loops tubulares que atravesaban las grandes estrellas del artisteo y la farándula del comidismo. Y entre esos, de todo un poco. Cantamañanas y chulitos de playa, borrachuzos durmiendo la mona en el arenal y pieles blanquísimas quemadas por el sol. Y también, desde la ventaja de haber llegado a la orilla sana y salva y con fundamento, gente con visión y criterio. Gente que entiende, por ejemplo, por qué Masterchef es un culebrón y Cocina2 es cultura. Albert Molins, nuestro Kaiser y Alma Mater de Zouk Magazine, es de estos últimos. Juli Soler —tristemente fallecido mientras se escriben estas líneas— era de los que sopló y sopló y sopló para que se levantaran olas del tedio de la balsa. Y qué olas.