ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 4 | Page 56

OPINIÓN LOS LIBRECOCINEROS NUNCA MUEREN Pruebe usted FERNANDO HUIDOBRO A la gente le es muy fácil enrocarse. No moverse de donde está y de lo que conoce. Es una tendencia muy extendida y un rasgo del carácter humano muy acentuado en las sociedades civilizadas. Virgencita que me quede como estoy. Queremos conservar lo que tenemos. Somos conserveras. Se busca seguridad, se trata de evitar tener que enfrentarse con el temor a lo desconocido. Descendiendo en la reflexión al mundillo gastronómico y, por tanto, a comportamientos más intrascendentes que tienen que ver con el disfrute pero, a la postre, con nuestra felicidad, que de eso se trata, también nuestras costumbres a la hora de comer se ven afectadas por este miedo al cambio. Por esa gran precaución ante lo nuevo. Ningún producto o comida es por sí mismo, en origen, atractivo. Depende del color del estómago con que se mira. Miremos, por ejemplo, la cara de probaó de vinagre que pone cualquier guiri al vernos zampar morcillas repletitas de sangre de cerdo. La misma que ponen los españolitos al ver cómo los chinos (sólo de algunas regiones) engullen escorpiones fritos con deleite. ¿Por qué? Pues porque, todo, todo, depende en exclusiva de nuestra cultura culinaria, es decir, de nuestras ancestrales costumbres en el comer. La fuerza de la costumbre es mi vida y mi lumbre, cantaban los caligaris. Si bien es cierto que esto está cambiando con la globalización, aún es verdad cual templo que a la mayoría le cuesta un gran esfuerzo probar mercaderías, recetas o sabores ignotos. Tanto el aspecto exterior como la textura y la sensación al masticar, generan extrañeza, desconfianza invencible. Sin embargo sólo son nuevos. ¡Miedicas! Convencerlos, aún con argumentos sólidos, es tan difícil como recuperar una mayonesa cortada. La basca se raya, le hace falta valor. También le da corte no saber qué decir tras experimentar: “bueno sí, no está mal, pero donde esté un buen plato de jamón”. La cagamos. Limitarse a lo que ya gusta es de catetos, hay que salir de ello, forzar el tracto sucesivo y digestivo de la acción de comer: ver, examinar, coger, abrir la boca, sentir, paladear, tragar y evacuar. Es simple. Es sólo sugestión. Nuestra mente puede con todo: ¡libérala! ¡Abre tu mente! Probar es conocer, es ampliar su ca-