ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 4 | Page 51
51
[email protected] / @ANNALIBERA
que entre los comentaristas gastronómicos españoles abunden las críticas demoledoras. Tanta es la complacencia que la mínima crítica levanta ampollas y
hace que se clame al cielo.
Seamos responsables entonces. Pero ¿Quiénes y con quién?
Los comunicadores del sector tienen que ser responsables. Con esto normalmente se entiende que sean justos y objetivos en sus opiniones, que curiosamente suele querer decir que no sean críticos. Serían responsables, de esta manera, hacia el restaurante, al no hacerle daño.
Pero ¿no tienen quizás, estos comunicadores, una responsabilidad aún mayor
hacia quien los lee? Al fin y al cabo el trabajo de un periodista gastronómico
tiene sentido en cuanto hay un lector que lo lee para recibir información acerca
de un restaurante. Si hay algo que no funciona en un restaurante yo como lector
confío en “los que saben” -los que comen en muchos sitios, que tienen capacidad
crítica, que saben separar lo efectista de lo real- para que me avisen. ¿ no?
Los clientes tienen que ser responsables. En nombre de esta responsabilidad
al comensal se pide obediencia ciega: comerá el menú decidido por el chef a la
hora decidida por el responsable de reservas, o quizás al revés tendrá que hacer
cola porque no hay reservas. También se le pedirá que se siente en mesas sin
mantel, o que comparta mesa, o que esté en incómodos taburetes. Suspenderá
cualquier intento de mantener una conversación, ya que responsablemente escuchará al camarero que no sólo le explicará qué va a comer, sino que incluso le
explicará cómo comerlo, y que le irá llenando la copa preguntando “¿todo bien?”
(¿de verdad se esperan una respuesta?).
Yo digo que las responsabilidades de un comensal son otras: que sea una persona humanamente razonable, sin pretensiones absurdas, y que pague la cuenta.
Y los cocineros, ¿qué responsabilidad tienen? Cocinar, esencialmente. Bien, se
espera. No es necesario que busquen historias detrás de un plato, que nos sorprendan a cada bocado, que hablen de arte o de filosofía, o que analicen el momento que vive la cocina contemporánea: que cocinen. Bien.
Todo este mundo, todas estas palabras, giran alreded