ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 4 | Page 46

OPINIÓN EDITORIAL T Somos tontos ipos listos los ha habido siempre y en todas las facetas de la vida. Y cuando hablamos de listos, nos referimos a los que se aprovechan de la tontería de los demás. Por eso es tan importante la información, el conocimiento, el saber y la cultura. Díganle como quieran. Saber es lo que nos permite hacer buenas elecciones y minimizar el riesgo de que nos engañen, ya sea a la hora de votar cada cuatro años, o a la de elegir qué compramos, qué comemos y bebemos o a qué restaurantes vamos. En el caso de los comestibles, el saber puede tener un impacto en tres aspectos nada despreciables. Evitar que perjudiquemos nuestra salud más allá de lo razonable, que nuestra economía no pague de más por cosas que no lo merecen y que, ante el descubrimiento de que eso no es lo que nos prometían, nuestro amor propio de tontos, y a menos que seamos unos snobs, no se venga muy abajo. Lo que cuenta Jorge Guitián en el reportaje que abre este número de Zouk Magazine es muy grave, sin duda, pero si alguien se atreve a poner en el mercado un supuesto aceite gallego que probablemente no lo sea y a venderlo a más de treinta euros el litro es porque sabe que juega con la ventaja que da un público desinformado, ignorante y aculturalizado. O sea, tonto. Y volvemos a lo de siempre. Tenemos los mejores cocineros del mundo y la alta cocina española vive su Siglo de Oro pero, por desgracia, nosotros no estamos a la altura. Y seguramente tampoco toda la culpa sea nuestra, porque el conocimiento, el saber y la cultura, no son algo que haya cotizado al alza, históricamente, por estas tierras. Y así nos va, en gastronomía como en muchas otras cosas. No tenemos cultura del pan y lo compramos en gasolineras y badulaques; no tenemos cultura del aceite y aliñamos nuestras ensaladas con presunto aceite AOVE; y creemos que los toros tienen más de un rabo y que todas las vacas son viejas y que el precio de los pulpitos de la costa puede ser de 10 euros el kilo y no ser de la costa de Senegal. Más nos vale empezar a actuar como consumidores informados y responsables. No podemos seguir presumiendo de gastronomía y de lo bien que sabemos comer mientras dejamos que, con demasiada frecuencia, los listos nos dejen con un palmo de nariz y cara de tontos.