ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 4 | Page 149

149 “Vienen a casa a dejarte dinero y encima te dan gracias, y pienso, ¿cómo es posible que me pase eso sin moverme de mi casa?” laboral en una profesión como la suya. A veces, con tintes más dramáticos, como lo que confiesa María: “Cuando conocí a mi marido, hace pocos años, me dijeron que tenía leucemia. Ahora me dicen que ya puedo tener hijos, pero si me pongo ahora llego a verano súper embarazada y no puedo. Tendría que primar la salud, pero prima el trabajo”. Mayte Fernández no puede evitar aconsejarle que “es mejor no programar, que llegue cuando tenga que llegar, porque es básico ser madre antes que el trabajo”. Mayte, del restaurante La Costana de Siero, fue profesora antes que cocinera. Dejó de dar clase para apoyar a su marido en el negocio familiar. No es una historia excepcional, también Mercedes y Lola tuvieron trabajos con horario fijo antes de dedicarse a tiempo completo a los fogones. “Yo le quiero poner a mi hijo la vida más fácil. Eso de acabar la jornada e irte a tu casa y no pensar en el trabajo es maravilloso. Pero tú tienes que mirar por tu negocio. Es muy difícil que un empleado mire por tu casa. En sitios donde no hay nadie de la familia, no funciona”, sentencia Lola, a lo que Ramona añade que “todas las profesiones son sacrificadas. Lo que nos diferencia es que nosotras vemos al cliente divertirse gracias a nuestro trabajo. Hace unas semanas murió Miguel Loya (restaurador de El Balneario de Salinas) y en una entrevista que publicaron decía que admiraba su profesión, que qué grande era cuando alguien te daba un abrazo al marcharse”. Están todas de acuerdo en que el factor emocional es importante en su trabajo. Mercedes lo explicita: “Los clientes vienen a casa a dejarte dinero y encima te dan las gracias, y pienso, ¿cómo es posible que me pase eso sin moverme de mi casa? Me merece un respeto inmenso. Si pasa eso es que algo ofrecemos”. Se aproxima el mediodía y la hora punta para tener los servicios en marcha. Casi todas las guisanderas son además las únicas responsables de las cocinas de sus negocios y son imprescindibles. Algunas me confiesan que la charla les ha servido para desconectar durante un par horas de su ajetreo diario marcado, aquí también, por los agobios de la crisis económica, ya que como dice Amada “comer fuera de casa es un lujo y los clientes cada vez se ponen más exigentes”. Lo confirma Mercedes añadiendo una coletilla: “El IVA nos ha fastidiado, y como no podemos tocar los precios de la carta porque los clientes protestan, pues tenemos que reducir los beneficios. Pero todo sea por tener a la gente contenta con nuestros platos”. Pues eso. Nos toca no defraudarlas y seguir acudiendo a sus casas de comidas. Mantener el estómago lleno es nuestro papel en la labor del Club de Guisanderas de Asturias.