ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 4 | Page 142
elBulli: “Será una estrella estelar, pues vale,
pero al verle anunciar colchones en televisión, se me cayó el alma al suelo, pero ¿cómo
pudo hacer eso?” Y remata con una crítica
más general: “Es que todos esos cocineros
que van como si fuesen de la Costa Azul,
con media barba, con chaquetillas de un solo
botón y con una actitud… Me ven en actos
del sector y ni me saludan”.
Críticas celebradas por el resto de guisanderas, que no son más que una manifestación de la defensa del valor de lo que representan y de la inmutable permanencia de la
cocina y de los sabores de siempre. Lo explicita Isabel cuando dice que “los que volverán a su sitio serán los cocineros estrella, los
programas de televisión se irán porque las
modas vienen y van, y en la cocina, nosotras
seguiremos”. Saben cuál es su hueco de mercado, lo que los clientes van buscando cuando acuden a sus negocios. “Nosotras aportamos emoción y recuerdos. El otro día estuvo
gente muy importante en mi casa y pidieron
huevos con chorizo para comer. Eso no se lo
da un Michelin”. Lo cuenta Mercedes y María ahonda con un ejemplo en la defensa de
la cocina que ellas hacen: “Hace poco fui a
comer a un restaurante en Madrid, Coque,
que da cochinillo, y la víspera lo había comido en Segovia. Mucho mejor el de la tradicional, claro. En restaurantes como Coque
me parece que se lo curran mucho en escenografía, pero al final les falla ese puntín de
la cocina de siempre que les falta.”
Pero hay armisticio. Ramona se encarga de
disipar cualquier atisbo de duda sobre que
haya o pueda haber una relación difícil con
la alta cocina: “Aquí vienen estrellas Michelin a probar platos que ellos hacen y preguntan el qué y el cómo. Cada uno tenemos
nuestro estilo.” La guerra en paz… o no…
LA COCINA MACHISTA
Las guisanderas son las grandes anónimas
de la gastronomía asturiana. Sus nombres no
aparecen en los libros de historia y su aportación a la cocina no es reconocida por publicaciones como la guía Michelin, aunque
como dicen, suyos son los pilares de la cultura gastronómica. A golpe de café y mordisco de marañuela, fluye la charla, se nota