ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 1 | Page 86
S
omos foodies irredentos, pero
con el café tenemos una relación
difícil. Pataleamos en blogs si las
gambas nos huelen y saben a congeladas. Piamos como posesos en
las redes si el pan no está hecho con una
masa madre de más de veinte años (como
mínimo algo hemos ganado en ese aspecto). Pero llega el momento del café y nos
embozamos, cuales patos foiegrinos, cualquier aguachirle que nos ponen delante, incluso en restaurantes de postín.
Lo que nos bebemos y llamamos café, una
de las bebidas más consumidas a nivel interplanetario es también una de las más
desconocidas, tanto por aquellos que la bebemos en nuestros desayunos, después de
las comidas o a media tarde, como por los
encargados de prepararla en bares y restaurantes. Pareciera que el café no fuera de
este mundo. O como mínimo no de nuestro universo gastronómico. Es un producto que no está integrado en nuestro acervo
cultural y gastronómico a pesar de que lo
ingerimos como si no hubiera un mañana.
Y también a pesar de nuestra larga historia
de tradicionales relaciones de amistad con
algunos de los países productores, a los que
quisimos tanto, que hasta llegamos a tener
como colonias. Bromas a parte, hacer un
buen café no es ciencia cuántica, pero co-
EL CAFÉ ES UNA DE LAS BEBIDAS
MÁS CONSUMIDAS A NIVEL
INTERPLANETARIO Y UNA DE
LAS MÁS DESCONOCIDAS
mo todo requiere de mimo y conocimientos. La ecuación del café espresso perfecto
podría ser esta: 7 gramos, 35cl de agua a
92,5º a 9 bar de presión. Pero todo empieza
con una buena materia prima.
El café es la parte más recóndita de ese
fruto que mencionábamos antes. No son las
hojas, como en la caso del te ni su pulpa ni
su cáscara. Son las semillas, eso sí, una vez
convenientemente extraídas, proceso que
tiene sus efectos en el aroma y sabor, secadas (más de lo mismo), tostadas (igual)
y molidas, que a decir de Salvador Sans,