Y digo yo... | Page 8

8 en todo quehacer artístico. Estas dificultades surgen en gran medida de dos prejuicios históricamente difundidos: que el crítico es un creador frustrado y que la evaluación del arte es una construcción de un grado de subjetividad tan alto que es imposible una sistematización e interpretación de cierta dimensión comunicativa. Sin embargo, la tarea del crítico es superadora de esos prejuicios ya que es el encargado de construir lecturas orientadoras sobre los espectáculos, desarrollando prácticas de descripción, interpretación y calificación, y realizando conexiones de la obra con otras producciones del mismo creador, con distintas series teatrales y con el conjunto del campo escénico. Igualmente es frecuente que la relación entre el campo creativo y el crítico recorra un camino de cornisas donde la tensión se hace evidente. Según Pablo Gorlero, crítico del diario La Nación, “la tensión existe porque nuestra práctica profesional tiene un peso enorme en la actividad teatral. Una buena o mala crítica puede definir el destino de una obra teatral, situación que pone a la defensiva al ego de muchos artistas y que a la vez implica una gran responsabilidad para nosotros”. Por su parte, Patricia Espinosa, crítica teatral del diario Ambito Financiero, sostiene que “no se debería perder contacto con artistas y creadores. Lo ideal es compartir con ellos un franco diálogo o al menos habilitar esa posibilidad. El crítico no es un actor y/o director frustrado, sino un testigo privilegiado que disfruta enormemente de su rol de espectador. Y esto lo lleva a investigar en la actividad escénica y a dar cuenta de sus hallazgos”. A la hora de evaluar quiénes son los