Wild and Young September '14 | Page 72

pisci-FAUNIA Si es que el nombre ya lo dice todo Pues sí, se ha acabado el verano. Toda una pena, sea dicho. El ánimo por salir a tomar el sol y ponerse moreno es incontrolablemente inolvidable. Pero bueno, mirando el lado bueno de las cosas, hay que reconocer que esto también tiene su peligro. Y es que uno que escribe, y que reconoce que tampoco es Punset, ve como con esas altas temperaturas a uno se le ha podido derretir un poquillo el cerebro. Tened cuidado. El peligro de terminar, tras ciertas horas de fotosíntesis, con la misma capacidad cerebral que Paquirrín a las 7 de la mañana de after es peligroso. Pero aun así, aún queda cierta parte del cerebro que funciona. Y mala suerte de ello, porque lo que uno se ha podido encontrar por muchas piscinas y playas-chiringuitos de Benidorm a ciertas horas de solatera es horrible. si has visto a alguno de estos: Vamos, pero una cosa horrible, de verdad. Y es que cuando te levantas y ves ese hermoso color a lo “chorizo de cantimpalos” que tiene tu piel, dices, ¿pues ahora qué hago? Entonces te da por levantar la vista hacia toda la piscina (o playa-chiringuito de Benidorm), y es ahí cuando lo ves: no has ido a darte un baño, ¡ESTÁS EN EL MISMÍSIMO ZOO! Y es que lo que ahí te vas a encontrar es una fauna de lo más variopinta. Como nuestra revista es moderna, pero no tanto, por lo menos te voy a describir lo que te has podido encontrar, para que te lo imagines, y me digas El “¡MADRE!” (o “chuloplaya” de toda la vida): Sí, lo verás, y mientras tienes la baba colgando del labio, te dará tiempo a gritar “¡Madre mía, lo que te hacía yo!” cual choni no moderna. Y es que los “madres” —es decir, el típico que renunció a su cerebro a cambio de hacerlo cuadrados para pegarlo en su torso—, están bien hechos, ¡están buenos de verdad! Todos lo reconocemos. Pero no te acerques a él. Seguramente se casó consigo mismo haciéndose un “selfie” en el espejo del váter de su casa, así, en plan ordinario. Para darse un gusto al ojo viéndole, bien, pero luego www.wildandyoung.es El “palito de cangrejo”: Sí, tienes que reconocerlo. Si te has sentido identificado con el principio del artículo, eres uno de ellos. Ibas a por el moreno y te quedaste con el color cangrejo. Pero tranquilo, si te pones un dedo encima de tu nuevo color, verás como… ¡Vuelve tu color original! ¿No lo habías probado? Bueno, tras unos segundos de hacer el lelo — cual Leticia Sabater cantando “odio el control de alcoholemia”—, solo te queda que te recomiende: ponte unas gafas cuadradas y un sombrero de paja cual granjero de Cuenca. Serás la comidilla de todas las modernillas con tu medio-aire “guiri en Benidorm”. Te volverás adicto a tu nuevo color a lo Peppa Pig, ¡si todo es sacarle partido!