POEMAS Y RELATOS
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Quiero ser el punto final de una historia que quede grabada en la memoria de todo lo que nos quede por conocer, el límite de lo infinito, la punta del pincel, que trace líneas en el cuadro en blanco de tu piel.
Quiero ser huellas en tu vida, y el mar que te ayude a olvidar, borrando aquellas, que no te dejen andar.
Quiero ser música y silencios, los chasquidos de un compás, las notas que escriban melodías en el pentagrama de tu inmensidad. Tu tango, tu blues, flamenco y rap, todo lo que quieras escuchar, cuando te encuentres perdida entre desastres.
Quiero ser juventud en tu dulzura, en tus locuras, en tu paz, vejez en las arrugas de tus comisuras, tu espontaneidad. El cofre y la llave que te ayude a guardar, a su vez las alas y el viento que te hagan volar.
Quiero ser la suerte en tus martes 13, y la uniformidad de una pintura abstracta que quieras dibujar, los hilos que borden cada uno de tus parches.
Elena Ruíz 4º B
NADA
me debato entre escribirte o ignorarte,
y tu sigues sin saber nada.
Como siempre.
Que ya sabemos de sobra que hay
cosas que nunca cambiarán,
que nunca volverán a ser igual,
porque ya no importan.
Que tu sigues haciendo vida
en algo que llamas mundo,
y yo sigo buscando un mundo
en tu vida.
Que ya me quedó bien claro
que las historias no tienen moraleja,
tienen lecciones tan duras como la vida misma,
que si no las tomas
son ellas quien te encuentran.
Llamas mundo a un juego de media noche,
en unas sábanas que mañana
no te echarán de menos,
pero que sabes que no tocarán otra piel
como la tuya.
Peleas a vida o muerte
en un cuadrilátero,
y no eres capaz de enseñar
bandera blanca en un corazón.
Y después de tantos meses
sin asomar cabeza,
vas y preguntas el por qué,
por quién más bien dicho,
sigue latiendo mi corazón.
Yo no se tu amigo,
pero si algo he aprendido
después de mis seis vidas
de gata callejera,
es que prefiero gastar la última vida
buscando un mundo en la calle,
a ser prisionera de un hogar
sin ser yo mi propia dueña.
Lo peor de todo esto es que eres
un jodido imán,
has estropeado mi brújula
y ya no se hacía donde caminar.
Vaya donde vaya
te volveré a encontrar,
eso seguro.
Pero después de una vida así,
solo espero
que cuando la muerte nos espere,
no me haga pecar
más de lo que ya pequé por tí.
María Lorca 3º E