What's up ici? Issue 3 | Page 20

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AVERIGUA QUIÉN SOY

Desde que tengo memoria, y aunque algunos dicen que tengo muy poca, he vivido en las costas catalanas, moviéndome de aquí para allá con los demás del banco. Ya no sé quiénes son mis hermanas, puesto que viajo constantemente y nos parecemos mucho.

El otro día fuimos por la costa de Girona y no nos gustó mucho. Solo había basura y desechos y además estaba atestada de bañistas que, inocentes de ellos, intentaban cogernos inútilmente. Avanzando un poco hacia el sur, llegamos a una playa poco convencional. La gente no llevaba bañador y mi compañero y yo decidimos salir de allí porque el ambiente no nos resultaba muy agradable. Dice un compañero del banco que eso es una playa nudista. Por el camino, pasamos un gran apuro al tener que huir de un armatoste llamado barco pesquero.

Otro comportamiento que no entiendo muy bien de estos catalanes es eso de ir a las playas a las siete de la mañana, desde bien temprano. Traen a los niños alborotados a que desfoguen a la costa y olvidarse de sus quehaceres. Amigos míos me han dicho que esto ocurre no solo en Cataluña sino en toda la costa española.

En los lugares que suelo frecuentar no hay mucha porquería, pero si te desplazas un poco hacia el nordeste puedes encontrar cientos de miles de objetos que han arrojado haciendo que nuestro entorno parezca un trastero, un cementerio de cosas sin vida útil, un lugar donde ir a parar porque es ‘’lo más fácil’’, y una solución sencilla para sus problemas sin preocuparse de a quiénes vayan a perjudicar o no.

En situaciones adversas, lo paso mal, porque veo el final de mi vida metida en una lata destinada a ser comida por cualquiera, o asada en un restaurante, o quizás en una pescadería esperando a que me compren mientras me voy pudriendo poco a poco y me venden como ‘’muy fresca’’.

Pero en fin, yo solo creo ser una sardina, que, como también creo haber dicho, se desplaza de aquí para allá intentando no ser capturada.

María Guzmán 4ºB

Ando buscando la manera de decirte que eres tú la persona que siempre quise, con la que quiero compartir mil promesas de un futuro, las cuatro patas de tu cama. No me importa si me llamas a las 12 o a las 3.

Quiero ser la gota de agua que te llene cuando tengas sed, la calma, el oleaje, el billete de un viaje sin destino ni por qué, el horizonte de un paisaje al que siempre quieras volver.