sentado, lo rodearon y lo atacaron con sus puñales y dagas. Según
la tradición, ante la puñalada de Bruto, César exclamó kai su teknon, frase en griego que posteriormente se latinizó en la famosa ¡tu
quoque, fili mi! (¡tú también, hijo mío!). César emitió un quejido a la
primera puñalada, luego se mantuvo en silencio.
Había recibido 23 puñaladas; posiblemente una sola de ellas había
sido mortal. Mientras los aterrorizados senadores huían (hecho que
no entraba en el plan de los conjurados), César, envuelto en su toga,
caía al pie de la estatua de Pompeyo. La sanguinaria escena, augurada por los adivinos y que desataría una nueva guerra fratricida,
acredita, siguiendo la descripción de Suetonio, la postrera elegancia
del héroe: “Entonces, al darse cuenta de que era el blanco de innumerables puñales que contra él se blandían de todas partes, se cubrió
la cabeza con la toga, y con la mano izquierda hizo descender sus
pliegues hasta la extremidad de las piernas para caer con más dignidad.” El hombre que había ganado un mundo y había contribuido a
modificar irreversiblemente el destino de Occidente y de buena parte
de Oriente era ya nada más que un despojo sangrante.
El 17 de marzo el Senado se reunió de forma urgente para tratar la
crítica situación del estado a raíz del asesinato de César. Se aprobaron medidas de compromiso entre los dos bandos opuestos: los tiranicidas no eran castigados y, a su vez, no se condenaba ni la persona
ni la obra de César. El poder recayó en Marco Antonio, que en ese momento ocupaba el consulado junto con César. El testamento de César
legaba 300 sestercios a cada ciudadano necesitado de Roma y entregaba sus jardines del Trastevere al pueblo romano, lo que estimuló
la devoción popular por su figura hasta extremos impresionantes; se
pidió la ejecución de los tiranicidas y se rechazó el compromiso de
Marco Antonio con los asesinos de César, lo que a la larga le costaría
el poder. Al no tener César herederos varones, en su testamento quedó
establecido que su sobrino nieto, Octavio, se convirtiera en su sucesor. Octavio llevaría a cabo las reformas de César y se convertiría en
el primer emperador de Roma, con el nombre de Augusto.
TEXTO: www.biografiasyvidas.com
Muerte de Julio César (F. H. Fuguer)