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que movió las vidas de tantos compañeros de profesión durante muchos años. En España ya no existe esperanza. Me da mucha pena, la verdad. Pero es normal, se ha mantenido desprotegido totalmente al creador frente a los usos y manejos de las entidades comerciales y mediáticas quienes han usado la música exclusivamente como un negocio rápido sin preocuparse de la supervivencia de la música misma, sin preocuparse de que no sea arrasada la cultura, de que no muera el creador, el artista, que es sobre lo que se sustenta todo y paradójicamente es la parte más frágil. Lógicamente la conservación del hábitat no era ni es el cometido de estas empresas o estas gentes que no tienen por qué, porque no hay ninguna legislación que se lo impida. Su única y legítima función es atender a las cifras, al rendimiento económico explotando si es necesario y con total impunidad hasta el exterminio a las especies de lento crecimiento, más difíciles de trabajar, más costosas. Así que se estos usos han ido dejando a su paso solo yermo o plantaciones de especies de rendimiento fácil y rápido, hasta que el terreno no ha dado más de sí y entonces a otro negocio, a otra cosa. Un buen ejemplo sería el de un bosque originario que se quema para plantar en su lugar eucalipto, especie de rápido crecimiento y uso para madera o lo que sea, árbol éste último que acaba con los nutrientes del terreno haciéndolo impracticable. FOTOGRAFÍA: Luis Simón Aranda Traduciéndolo a la música y por explicarlo de una manera un tanto jocosa: Cambiamos en su día la música por buenos culos y tetas, modas y caras bonitas, o copias malas con las que la mayor parte de la gente se conforma, qué digo, no solo se conforma sino que venera y en el caso de las copias incluso poniendo en duda la calidad del original, cuando éste se conoce, que muchas veces ni eso. Así que realmente llegó un momento en que lo que se vendía ya no era música sino sexo y otras cosas que hicieron que los creadores serios no encontraran aquí ya su lugar porque en un abrir y cerrar de ojos el terreno estaba baldío. vozes 29