Virgilio Piñera al borde de la ficción (La Habana: Editorial UH / Letras Cubanas, 2015) | Page 65
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monje y el viejo hereje sobre cuál es la verdadera fe: ¿el homousión
o el homoiusiórP.-. Ocurre en realidad que toda obra literaria - y en
particular las obras magnas- exige un manejo delicadísimo, una
fidelidad que confirme la regla de oro de este arte de la traducción: fiel
al texto original. Todo se nos hace escrúpulo, recelo, aprensión; cómo
no traicionar el espíritu de la letra, cómo sortear los mil escollos de
ese mare tenebrarum que es la interpretación de todo texto literario, y
cómo apoderarse del idioma utilizado por el autor a fin de que nuestra
traducción contenga esa acendrada fidelidad que Valéry se exigía a sí
mismo cuando traducía a Virgilio.
Estas reflexiones me acompañaron durante la traducción de La
tragedia. Reflexiones que pongo sobre el papel por esa honestidad que
todo escritor debe observar en el desempeño de su trabajo en tanto
que traductor.
No obstante, Madách en español resulta fiel a su texto: original. Lo
es porque tuve la fortuna de trabajar con la magistral versión de Rousselot y también porque mi traducción fue revisada por la compañera
Eva Toth; lo fue palabra por palabra, en mi compañía. Previamente
había leído mi traducción y efectuado un cotejo con la de Rousselot, así
como de ambas con el texto original. Todo ello condujo a resultados de
precisión y de decantación. El lector en lengua española puede abrigar
la certeza de que está leyendo realmente lo que Madách expresa en su
Tragedia.
Es posible que mi traducción incite a un posible traductor escritor,
español o latinoamericano, que conozca profundamente la lengua
húngara, a traducir La tragedia. Este texto definitivo -ad maiorem
gloria Madách- se inscribiría en el cortejo de las traducciones directas
de La tragedia al francés, al inglés, al alemán, al italiano... -lenguas a
que ha sido vertida-. Entretanto, leamos mi modesto trabajo como
una introducción al conocimiento de Imre Madách.
Se habla mucho...*
Se habla mucho sobre el teatro; en realidad, nadie sabe lo que, en
esencia, es el teatro. Como sabemos todos, «teatro» procede de la
palabra griega theatron, que significa mirar; pero, en relación con una
comprensión y aprehensión del teatro, podríamos decir que «el que
más mira menos ve». Y entre los interesados por el teatro y entre los
que más miran y menos ven, están los que lo hacen y, entre ellos, yo,
sumido por así decir en las tinieblas de la escena.
*
Conjunto, n.os 61-62, La Habana, julio-diciembre, 1984, pp. 57-59.