Virgilio Piñera al borde de la ficción (La Habana: Editorial UH / Letras Cubanas, 2015) | Page 29

186 « VIRGILIO PIÑERA AL BORDE DE LA FICCIÓN. COMPILACIÓN DE TEXTOS » Pero como estamos en la obligación de informar al lector, no suscinta, sino exhaustivamente acerca del conflicto, vamos a relatar la génesis, desarrollo y consecuencias de esa guerra, mantenida entre el ejército del pasado y las huestes del presente. Fue, como siempre ocurre, un incidente fortuito lo que desencadenó dicha guerra, arrojando una luz reveladora sobre dos vicios de conformación intelectual del Orígenes 1954: inercia cultural y absoluta inanidad del grupo frente a los ucases de José Lezama Lima. Los hechos son los siguientes: el poeta Juan Ramón Jiménez, publica en el número treinta y tres de Orígenes un artículo en el que alude al poeta Vicente Aleixandre. Lezama (uno de los directores de la revista) inserta dicho artículo sin contar con el parecer de José Rodríguez Feo (el otro director) quien, como es lógico, pide explicaciones al señor Lezama. Siguen a este incidente acaloradas discusiones, conferencias secretas, pequeñas venganzas. El cuadro se completa con diligentes emisarios, amables componedores y sutiles correveidile. Sin embargo, no hay arreglo posible; por el contrario, se llega a un rompimiento en toda la línea. Lezama, plantado en su infalibilidad, obliga a Rodríguez Feo a una grave decisión: nada menos que sacar Orígenes por cuenta propia. Como considerábase tan director de esa revista como Lezama, se vió forzado a salvar dos cosas muy importantes: la continuidad de Orígenes y el principio de autoridad, menoscabado en su persona. El eterno superficial de turno se ha complacido en propalar que su decisión era obra del capricho, pero quien cale más hondo verá el fondo de la cuestión. Para él, continuar Orígenes, era nada menos que un problema de salvación. El hecho de haber dedicado diez años de su vida a dicha revista, anula toda sospecha de encaprichamiento o soberbia vana. Si no podía, a causa de la situación planteada, continuar siendo codirector de Orígenes, tenía que serlo de otro Orígenes, ya que entendía que una dedicación de diez años no termina necesariamente porque alguien venga a decirle que renuncie a ella si no acepta los ucases de su otro director. Si se dice que Lezama estaba en el sagrado deber de proseguir la publicación de Orígenes, también deberá decirse que Rodríguez Feo estaba en ese mismo deber. Claro, que la situación era de las de nudo gordiano, y ya se sabe cómo se cortan tales nudos... El lo cortó de un tajo. Sacó, para decirlo con la misma frase de los superficiales, «su Orígenes». ¡El Orígenes de Rodríguez Feo! Los que tal decían, burlona y sarcásticamente. no sospechaban ni por asomo que en este Orígenes de Rodríguez Feo estuviese el germen naciente de Ciclón. Donde esos superficiales