Vida Médica Volumen 70 N°2 - 2018 | Page 3

EDITORIAL { 3 EDITORIAL Repensar nuestro sistema de salud L os sistemas sanitarios son arreglos institucionales complejos. Sus historias reflejan la forma en que las sociedades deciden hacerse cargo de un problema tan desafiante como es cuidar de la salud de su po- blación. Por ejemplo, el sistema inglés surge de la necesidad de establecer un Estado de Bienestar solidario posterior a la segunda guerra mundial. En el mundo, en forma similar otros evolucionaron como una continuación de las mutualidades y otras respuestas colectivas que los trabajadores habían orga- nizado para asegurar la salud de sus pares. En la base fundacional de estos ejemplos se encuentra el es- fuerzo de la sociedad por encontrar una respuesta colectiva para asegurar a todos el cuidado necesario en los períodos de enfermedad. Lamentablemente, la historia que se escribió en nuestro país en 1979 y 1981, años en que se crean FONASA y las ISAPRE, respectivamente, no se basa en motivaciones tan nobles como las antes mencionadas. La creación del primero aparece desde un comienzo como el destino para aquellas personas sin la capacidad de pagar un seguro en el mercado. Y el segundo, por otra parte, se es- tablecen como una ventana para que la industria privada se encargue de la seguridad social de aquellos con suficientes recursos. Así, Chile tiene un modelo de salud altamente segmentado, que divide a la población según su riesgo de enfermar y nivel de ingreso, contrario a los principios de solidaridad y equi- dad de la seguridad social. Así, se cristaliza un sistema para ricos más sanos y otro para pobres más enfermos. Esto gene- ra importantes ineficiencias e inequidades en la distribución de los recursos destinados a responder a los problemas de la población. A esto se suman las críticas a la forma en que operan las ISAPRE, por las considerables diferencias en el precio de los planes de salud, según sexo y edad; y por el uso de la infor- mación acerca de patologías previas para negar coberturas de atención (las llamadas pre-existencias). Estas prácticas generan que cerca del 50% de los beneficiarios no puedan cambiarse de ISAPRE, lo que se ha denominado “cautividad”. Una de las razones que llevan a las sociedades a generar sis- temas de salud solidarios es el reconocimiento de la inevitable inequidad que existe al enfermar. Muchas veces se debe a fac- tores hereditarios, por malos hábitos, por el hecho de enveje- cer o por factores sociales. En este sentido, debemos resolver como sociedad si nos parece que las causas de nuestras enfer- medades son problemas individuales o colectivos; si el mode- lo sanitario va a disminuir o aumentar la brecha en salud; y qué tipo de acceso a la atención vamos a otorgar a aquellos con menos recursos y mayor riesgo de enfermar. A casi cuarenta años de que nuestro sistema de salud adop- tara su configuración actual, vale la pena preguntarse si este sigue siendo el arreglo institucional que queremos para nues- tro país. Lamentablemente, una pregunta como esta no puede responderse en parcialidades. Como sociedad debemos ser capaces de responder entonces: si nos parece adecuado que la seguridad social se administre igual que el resto del mercado, si consideramos que el sistema de salud debe tener un rol en disminuir o ampliar las desigualdades, y, en definitiva, si cree- mos que los problemas en esta área son responsabilidad de los individuos o de la sociedad en su conjunto. Nos encontramos en un momento histórico para generar una reforma que beneficie a toda la ciudadanía. Estamos convenci- dos que desde el mundo gremial, académico y social, debemos contribuir a esta importante tarea nacional. Para ello, trabaja- remos con todos los sectores que estén disponibles para apo- yar los cambios que Chile necesite, articulando a los actores que defiendan las necesidades de salud de nuestra población. DRA. IZKIA SICHES PASTÉN Presidenta Colegio Médico de Chile