Vida Médica Volumen 68 Nº1 - 2016 | Page 3

Editorial E s evidente que la salud de Chile vive una profunda crisis. El Estado es el responsable, ya que por más de tres décadas sólo se han adoptado medidas paliativas para resolver un problema estructural, sin dar un tratamiento definitivo para terminar con las grandes carencias de infraestructura, tecnología, falta de especialistas y problemas laborales de fondo que afectan a todos los trabajadores del sector salud y, lo que es mucho más grave, a nuestros pacientes. La sumatoria de estas crisis agudas “no tratadas” han generado un empobrecimiento de los hospitales públicos y sus servicios de urgencia, una importante pérdida de camas de hospitalización y recursos humanos, además de un creciente aumento de las listas de espera, expresiones concretas de la incapacidad del sistema de absorber la demanda asistencial. Día a día se profundiza la dramática deuda hospitalaria. Es necesario que el Fondo Nacional de Salud, FONASA, pague a los hospitales el valor real de las prestaciones que éstos realizan, ya que el pago subvalorado es uno de los grandes responsables del endeudamiento de los recintos públicos. Vemos con preocupación cómo se desvían recursos al sector privado y han sido los propios gobiernos quienes han promovido esta política de compra de servicios, generando una serie de “incentivos perversos”, y potenciando la externalización, en lugar de contribuir para resolver las necesidades de los hospitales con claras medidas de atracción y retención de los facultativos. En la línea de potenciar el Recurso Humano Médico, necesitamos que la autoridad conozca y transparente la brecha de médicos generales y especialistas a lo largo del país, que los programas de especialización financiados por el Estado cuenten con bases claras, que no se modifiquen intempestivamente según el gobierno de turno y que incluya a los médicos que ya están trabajando en establecimientos público. Es imperativo contar con una Atención Primaria resolutiva, ya que es el pilar fundamental del sistema. Así mismo es preciso resguardar y garantizar la calidad de la atención que entregamos a nuestros pacientes, razón por la cual son bienvenidos los médicos titulados en el extranjero que cumplan con la legalidad vigente en Chile. Este es un imperativo ético de 3 justicia que no desistiremos de exigir. En esa línea, tal como lo hace la Confederación Médica Latinoamericana y del Caribe en su declaración de Buenos Aires 2014, rechazamos las migraciones médicas impulsadas por intereses políticos. Nos preocupa también la deficitaria infraestructura sanitaria en el país y la falta de definición por parte de las aut ܚYY\