Vida Médica Volumen 67 Nº1 - 2015 | Page 62

62 Vida Médica D urante sus 70 años de ejercicio de la profesión, el Dr. Antonio Rendic siempre brindó atención gratuita a miles de personas de escasos recursos. “Por ello era clásico ver cada mañana una larga fila de personas en calle Latorre, frente a su casa en pleno centro de Antofagasta, esperando su turno”. Así recuerda el sacerdote jesuita Luis Palavicino, capellán del Colegio San Luis de esa ciudad, la entrega y compromiso con el prójimo del facultativo nacido en el 2 de diciembre de 1896, en Sutivan, isla de Brac, ex Yugoslavia. “La gente consideraba en esa época como un milagro que un médico les entregara gratis los remedios o que les diera dinero para que los compraran” a las personas que lo necesitaban, continúa el sacerdote Palavicino. Así fue como el Dr. Rendic se hizo conocido para siempre como el “Médico de los Pobres” entre los habitantes de la región. Antonio Rendic Ivanovic, cuya familia emigró a Antofagasta cuando él tenía 3 años de edad, ingresó a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile y se tituló como médico en 1922. También estudió parcialmente pedagogía en castellano, pues las letras fueron otra de las grandes pasiones de este hombre multifacético, quien llegaría a convertirse además en uno de los poetas más reconocidos del norte del país. Poseedor de una profunda fe católica, también era llamado el “Apóstol de los Humildes”. Siempre fue un sólido ejemplo cristiano, incluso para con sus propios colegas de profesión: “El Dr. Rendic, en sus cátedras de medicina, siempre pidió a sus alumnos que jamás se enriquecieran con el dinero de los pobres”, destaca el capellán Palavicino. “El Dr. Rendic también fue también un profeta contestario”, recalca el religioso, Mirtha de la Vega, presidenta de la Corporación Cultural Andrés Sabella, organización que resguarda el legado literario del “Médico de los Pobres”. recordando cuando alzó la voz luego de comprobar científicamente que en ese entonces el arsénico presente en el agua era el responsable de las primeras muertes por cáncer en niños y adultos en la zona, provocadas por la ingesta excesiva de este elemento tóxico. Proceso religioso Tras fallecer el 13 de febrero de 1993, no resultó extraño que surgieran voces pidiendo su elevación a los altares. Su viaje la santidad ya cumplió una primera etapa, al ser reconocido como «Siervo de Dios» por el Arzobispado de Antofagasta en 2011. Buscando que avancen los procesos de beatificación y canonización, ya son 1.600 testimonios de agradecimiento a su per- sona, escritos principalmente en libros dispuestos en distintos puntos de la ciudad y en la Catedral de Antofagasta, entre los cuales también figuran, mensajes por favores concedidos, que dan cuenta del cariño y agradecimiento de los antofagastinos hacia el Dr. Rendic. Se espera que durante este año se abra