Vida de San Juan Bautista De La Salle VIDALASALLE | Page 7

experiencias inolvidables. Esta etapa de mi vida entre 1672, cuando mis padres murieron, y 1678, cuando fui ordenado sacerdote, fue como una especie de adviento, un tiempo de espera. Esperaba mi ordenación sacerdotal, pero no tenía bien claro lo que quería hacer con mi vida como sacerdote. No estaba seguro de si deseaba seguir adelante con el tipo de vida relativamente cómoda que mi posición de canónigo y de doctor en Teología me permitían, o bien unirme a un grupo de sacerdotes celosos que trabajaban en la promoción de la gente sencilla. Tenía el sentimiento de que Dios me indicaría el camino de alguna manera. Y, ciertamente, no tardó demasiado en darme pistas a través de algunos acontecimientos que ocurrieron y de algunas personas que se cruzaron en mi vida por aquel entonces.  PRIMEROS CONTACTOS CON LAS ESCUELAS PARA POBRES Un íntimo amigo sacerdote me delegó como protector de una nueva Congregación de Religiosas dedicadas a la enseñanza, que -él había fundado. Así fue como empecé a interesarme por la educación de los niños y jóvenes, y a conocer personas que estaban comprometidas con aquel tipo de trabajo. Un día, visitando a estas religiosas, coincidí en la puerta de la casa con Adrián Nyel. Una mujer rica le enviaba a estas religiosas como mensajero, desde la ciudad de Ruán. Traía el encargo de abrir una escuela para niños pobres en nuestra localidad. Después de hablar un rato con él, le invité junto con el joven que le acompañaba, a quedarse en mi casa hasta que hubiera finalizado la misión que se le había encomendado. Nuestro hombre ha sido descrito por los historiadores como un "transeúnte" por naturaleza, una "luciérnaga" que brillaba por un momento y desaparecía sin terminar nada de lo que había comenzado. Ciertamente, era una persona emprendedora, siempre con los ojos puestos en la siguiente tarea, sin prestar demasiada atención a lo que en ese momento llevaba entre manos, pero creo que no es justo juzgarle mal. Este buen hombre de 53 años era una persona valiente y comprometida con la causa de los pobres. Llevaba ya unos 27 años fundando y dirigiendo escuelas. En su interior portaba algo que yo definiría como "destellos de valor y genialidad". Ocupado en sacar adelante a mi familia, en asegurar la continuidad de la comunidad de religiosas y en retomar mis estudios del seminario, me veía a mí mismo, sobre todo, como un continuador de proyectos que otros habían iniciado. Nyel, con el que hice una buena amistad, era por naturaleza y por experiencia, un creador de proyectos. Pienso que él fue algo así como la chispa y yo el arbusto al que él prendió fuego. Juntos formábamos un equipo bastante bueno. Para mí es justo decir que él fue la persona a través de la cual Dios me ayudó a