Vida de San Juan Bautista De La Salle VIDALASALLE | Page 14

haciendo. Por increíble que parezca, los maestros, en aquellos días, sólo enseñaban a los niños de uno en uno, intentando, a la vez, mantener a los otros callados. Aquello era un desastre. En nuestras escuelas se enseñaba a todos simultáneamente porque los niños que nos venían eran muchos y las clases muy grandes. Era imposible atender a un alumno individualmente mientras los demás esperaban su turno y hacían travesuras. El sistema de tutoría individual podía valer para los ricos que, en lugar de ir al colegio, pagaban a tutores para que fueran a enseñarles a sus casas. Nuestra Regla dice que el Instituto de los Hermanos fue fundado para educar a los hijos de artesanos y de los pobres, pues estaba claro que éstos no tenían ni los conocimientos, ni el tiempo, para enseñar a sus propios hijos. No quisiera dar la impresión de que los Hermanos sólo ponían interés en enseñar las asignaturas, sin preocuparse de las personas. Juntos diseñamos muchas estrategias para personalizar la enseñanza. Una de mis principales obsesiones era que el maestro conociera a cada alumno de su clase, no como a un número, sino como a una persona. El, como "buen pastor", debía conocer a cada niño por su nombre. Nos preocupábamos tanto del progreso individual de cada alumno como del conjunto de la clase. Yo quería que los Hermanos no sólo conocieran a sus alumnos, sino que les amaran con la ternura de una madre y con la firmeza de un padre. Quería que la educación que se les impartía estuviera adecuada a sus capacidades y necesidades. Si alguno era poco inteligente, pedía que los Hermanos le animaran y consiguieran elevarle a lo más alto de sus posibilidades; si el alumno era nuevo en la escuela, debían esforzarse en conocerle en profundidad y, sobre todo, que no le castigaran; si era testarudo y orgulloso, les dije a los Hermanos que le corrigieran en privado, nunca en público; si era tímido, les sugería que tuvieran paciencia con él; si era maleducado e inquieto, que le dieran algún cargo o responsabilidad en la clase, como por ejemplo, cuidar de los materiales de escritura, plumas, tinta, papel... Cada niño y cada joven, fuera cual fuera su condición, debía ser atendido y educado como si fuera hijo de un rey. Como ves, deseaba, sobre todo, que los Hermanos no sólo llegaran a "mover" las mentes de los niños, sino también sus corazones. Enseñar así era una labor agotadora. Algunos de nuestros Hermanos jóvenes, que empezaban a vivir con nosotros, encontraban la vida demasiado dura, se desanimaban fácilmente y se marchaban. A uno de ellos le dije que no tuviera miedo, que empezara a enseñar aunque no lo hiciera del todo bien, ya que nadie es perfecto cuando se es nuevo en un oficio.