Podemos preguntarnos:
“¿Predestinación? ¿No
significa eso que Dios
aceptó a algunos, los
electos, y rechazó a
otros, los reprobados,
incluso antes de crear a
la humanidad?”.
Jesucristo. Dios no lo quiere de otra
forma, ama a la humanidad y no estará
sin ella.
El problema es que los seres humanos son seres caídos, pecadores que
rechazan a Dios y necesitan redención
para permanecer en esa relación. Las
Escrituras testifican del conocimiento
previo de Dios, de que los seres
humanos serían pecadores y necesitarían redención y reconciliación (ver 1
Pedro 1:18-21; Apocalipsis 13:8; Romanos 5:6-11; 8:28-30; Efesios 1:314; Colosenses 1:15-20). Barth explica: “Sin embargo, es a esos transgresores a los que se les aplica y extiende el amor eterno de Dios por Jesu7
cristo” .
y por medio de Jesucristo, no hay nada
escondido más allá o detrás de ese conocimiento.
La doble predestinación en
Jesucristo
Para Barth, la “doble predestinación”
tiene que ver con la elección de Jesucristo para la crucifixión y la resurrección. Antes de que empezara el tiempo,
Dios nos aceptó al elegir a Jesucristo en
nuestro lugar y en nuestro nombre por
medio de la Encarnación, la cruz y la
tumba vacía.
En la crucifixión, Dios rechaza y dice
NO al desordenado pecado humano
que causó nuestra separación de él.
Sin embargo, Dios NO dirige hacia nosotros ese rechazo, incluso cuando lo
merecemos por haberle rechazado. Por
el contrario, Jesús sufre el rechazo y el
NO de Dios totalmente sobre sí mismo
como el representante humano y substituto de toda la humanidad.
Podemos preguntarnos: “¿Predestinación? ¿No significa eso que Dios
aceptó a algunos, los electos, y rechazó
a otros, los reprobados, incluso antes
de crear a la humanidad?”.
El NO es absolutamente necesario
para que nosotros podamos escuchar el
SÍ de Dios. Jesucristo no viene al mundo como “un acusador, un fiscal, un juez
o un ejecutor”. Al contrario, él es “el
heraldo de este SÍ que Dios le ha dicho
[al mundo]… Dios lo ha amado desde
toda la eternidad, y… ha puesto su
amor en acción en la muerte de Jesu8
cristo” .
Barth desafió esta versión hipercalvinista de la “doble predestinación” por
carecer de apoyo bíblico. Para Barth,
Dios no es un tirano caprichoso que elige a algunos para salvación y a otros
para perdición por algún decreto abstracto absoluto. Al contrario, todo lo que
conocemos de Dios y su elección es en
La resurrección de Jesucristo es el
SÍ de Dios a él. Es la aceptación de la
sumisión obediente de Jesucristo a la
voluntad de Dios. En y por medio de Jesucristo, el SÍ de Dios es dado gratuitamente a todos los seres humanos. Por
lo tanto, podemos decir que Jesucristo
es nuestro representante elegido. Pue-
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Verdad y Vida Octubre – Diciembre 2016
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