ANDRÉS FELIPE PERILLA GRANDAS
E
l jardín estaba cercado en todos los lados por una elevada pared de piedra,
salpicada y con manchas de un liquen amarillo, gris y blanco de crema, hacia
el costado este había una pared, tenía un par de puertas altas de madera
oscuras que se abrían hacia un largo camino, que va hacia el oeste, pero tenía una
pequeña abertura entre dos arbustos terriblemente puntiagudos, también había
una puerta rayada y desgastada, en forma de Eco y de color verde botella, con un
pesado barco de hierro forjado para sostener el picaporte que la mantenía cerrada;
al otro lado de esta puerta
había un prado de unos
dos acres, se encontraba
a un lado por la misma
pared del jardín. Por el
otro lado, había un seto
de
espinas,
también
habían
venados
y
conejos; en los otros dos
lados, por un poste de
madera y baranda, había
en el centro de aquel
Prado un árbol enorme y
antiguo
le
habían
señalado con orgullo, lo
llamaban “MiniPapi”; su
padre Joseph no eran
propenso
a
grandes
muestras de emoción y
parecía que guardara
todas sus emociones para
el trabajo.
Joseph no comprendía muy bien de todo, excepto lo que se trataba de dinero y
como trabajar para hacerlo, pero en su jardín había magníficos árboles, los cuales
él protegía con su vida, ya que este ocultaba un gran misterio; este estaba lleno de
unas magníficas hojas, las cuales quitaban todos los males, por eso lo tenía oculto
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