VE-SEPTIEMBRE.pdf Sep. 2014 | Page 87

La celebración 3 de septiembre Se apaga la vela de nuestro aniversario, del que habría sido el primero. Naturalmente que no pudimos lograrlo. Lo supimos desde el inicio; habría sido demasiado llegar juntos hasta aquí. El brillo de la última pavesa me recuerda al de tus ojos en las travesuras que realizabas en el circo donde te conocí. No pude esperar más, y esa misma noche hablé con su dueño, tu dueño, para que te vinieras conmigo. —Hombre, es cosa que no depende de mí. Ella deberá decidirlo. Tiemblo cuando me viene a la mente el recorrido de tu mirada a lo largo de mi cuerpo. Pusiste un mohín de indiferencia, media vuelta saltarina y, sí, te ibas conmigo con una condición: seguirías bailando, aunque solo lo hicieras para mí. El baile le daba razón a tu vida, a tu ser; y yo, con dos pies izquierdos. El olor de la cera derretida flota en el vacío de casa, este sitio que te fascinó en cuanto cruzamos la puerta. —Jo, ¡qué grande es esto!, cuánta luz. Las luces de colores cautivan por su espesura, más al emanar del brillo de tus trajes. Se creaban torbellinos de emociones que desconocía hasta entonces, dentro o fuera de estas paredes. La agilidad de tus piernas me producía un vértigo de droga. La delicadeza de tu cuerpo creaba la magia de u na fantasía olvidada. Te necesitaba más y más. Volvía a toda prisa para estar contigo, para recibir la sorpresa de tu alegría, tu vitalidad. La gente comprende pocas cosas cuando la sacas del ordinario de su mundo. La sorpresa de la diseñadora de ropa quedó congelada en mi memoria. No podía ser, respondió. Tu talla resultaba un poco especial, pero el reto pudo ante su negativa, y ella misma se maravilló con el resultado de sus creaciones para ti, en exclusiva. Quizá algún día perdone a mis amigos. Maldigo la hora en que los invité a que te conocieran. Me miraron con cara de poco entendimiento. 83