VE-SEPTIEMBRE.pdf Sep. 2014 | Page 85

El descenso Tiemblo mientras vomito a cuatro patas todo mi ser en el suelo ardiente. No puedo dejar de llorar mientras padezco un dolor indescriptible en mi alma y en todo mi cuerpo. Mi cabeza está llena de pensamientos débiles, terribles, desesperantes. Siento impotente cómo se desgarran y se descomponen las fibras y órganos de todo mi cuerpo. Porciones de mí se van desprendiendo y cayendo en la roca, fundiéndose así con esta. Mis tripas crepitan al contacto de la superficie agrietada por la lava. Y todo lo caído se va reemplazando rápidamente por pedazos de piedra y metal; materia emergente que se eleva y empieza a recubrir mis cansados huesos. Cuando ya me siento completo, levanto la vista y allí más abajo los veo a ellos: seres inmundos que se desplazan, mientras arden, sin ningún sentido. Quiero odiarlos a todos, pero ya están muertos. Y a ellos no parece importarles su propio marchitar. Ya no existe en mí el miedo, la ira o el desprecio, aunque más allá del horizonte todo siga pareciendo rojo y negro. Tampoco los miro con lástima, eso también es cierto. Me yergo renacido y todos cesan su caminar. Me miran mientras siguen ardiendo. Ahora ellos forman parte de mi nuevo ejército. Y mis alas destrozadas no me volverán a crecer nunca más. Nicolás Aguilar (Valencia) http://tengaustedbuendia.wordpress.com/ 81