VE-SEPTIEMBRE.pdf Sep. 2014 | Page 34

formaban en las orillas mientras pensaba hacia dónde se dirigiría su cuerpo después de. Un coche atravesó el puente con cierto estruendo. El suicida giró la cabeza. Miró por última vez el perfil de la ciudad, casi absorbido por la niebla, el puente y entonces, la vio. Era una mujer de melena rojiza que en ese mismo instante se estaba encaramando sobre el pretil del puente. El suicida se quedó sorprendido (y la muerte también) porque no esperaba ver a nadie en el puente y menos aún a una mujer, y mucho menos a una mujer que intentara hacer lo mismo que él pretendía. En un minuto que duró una eternidad la observó con incredulidad mientras ella se ponía de pie sobre el pretil, alzaba los brazos hacia los costados e inclinaba la cabeza hacia atrás. Como en un crucifijo. Con la perfección que un gimnasta realiza un cristo. Y entonces, un acto reflejo le impulsó a cruzar corriendo hacia el otro lado del puente. ¡Qué hace, gritó, qué hace, baje de ahí. ¿No ve que se va a matar? Elena Casero (Valencia) http://elenacasero.blogspot.com.es/ 30