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Tabla 1. Edulcorantes sustitutos de azúcar más utilizados en la industria de los alimentos. Muchos fueron creados de forma accidental y sin la menor intención de querer generar un producto nutritivo o que diera ventaja alimenticia a los seres humanos. Algunos ni siquiera fueron creados en laboratorios de alimentos. Sus estructuras y fórmulas no permiten ser metabolizados por el organismo y aunque algunos autores declaren que son inocuos por el solo hecho de ser desechados casi totalmente por el organismo, no se están considerando los mecanismos de que hace uso el cuerpo para deshacerse de tales compuestos. Como ejemplo, tenemos la forma en que el cuerpo metaboliza el alcohol, no existe mecanismo especifico en el organismo para metabolizar alcohol; sin embargo, éste entra al ciclo de Krebs y como resultado genera compuestos tóxicos responsables de las famosas resacas. La mayoría de los edulcorantes son compuestos que de ninguna otra forma comiendo frutas, semillas y carnes y derivados podríamos acceder. Como ejemplo tenemos la sacarina, que es resultado de la síntesis química del tolueno, un hidrocarburo que se utiliza para elaborar poliuretano, medicamentos, perfumes TNT y detergentes. Pero con tantas opciones y la tendencia de su uso en alimentos, ¿son mejor opción para productos de valor agregado?, es decir, ¿su presencia ofrece valor agregado a los productos que los contienen? Este punto vale la pena ser analizado detenidamente. Además de la información referente a su aporte calórico, valdría la pena mencionar que estos productos, por ser moléculas muy diversas y variadas, representan riesgos potenciales múltiples, entre los que se encuentran: interferen- cia en la absorción, metabolismo o excreción de nutrientes o cualquier metabolito intermedio, reacción alérgica, acumulación en los tejidos, efectos sobre la flora intestinal normal, alteración de la regulación de la glucosa en sangre, o la interacción con otros fármacos o drogas (Gar- cía-Almeida, 2013). Muchos de estos compuestos, que no estarían en el organismo por consumo de ningún producto natural conocido, fueron creados en laboratorios o extraídos de minas y/o modificados. Existe la hipótesis de que la ingesta de edulcorantes artificiales junto con comidas o bebidas conteniendo azúcares, podría permitir una absor- ción más rápida de azúcares, con el incremento de la secreción de GLP- 1 e insulina, afectando peso, apetito y la glucemia (Brown, De Banate Rother, 2010) . En productos tecnificados, al sustituir la sacarosa se tienen que agregar otros compuestos, para darle funcionalidad y condiciones tecnológicas al producto, que al final resultan en un productos con más calorías que la versión azucarada que reemplaza. Estudios demuestran que la disociación del dulzor con el aporte calórico bajo, condiciona el incremento de apeti- to, originando mayor consumo energético y ganancia de peso (Swithers, Martin y Davidson 2008 ). Esto no representa ventaja de su uso; por otra parte, el origen “natural” de los edulcorantes también es motivo de confu- sión entre los consumidores, ya que los hace creer que natural es sinónimo de inocuo, cuando esto es falso. El veneno de la cobra es natural y mata y no olvidemos que la toxina más potente del planeta, es la toxina botulínica y que es producida por bacterias de forma natural. Existen grandes controversias sobre la seguridad del uso de edulco- rantes, aunque los informes de las agencias afirman que su consumo es seguro. Los edulcorantes sustitutos son la mayor fuente de quejas ante la FDA, mayor que ningún otro producto o medicamento. Muy proba- blemente y debido a todo lo anterior, los productores de alimentos en el mundo comenzaron a utilizar combinaciones de edulcorantes, como se presenta en la Tabla 2. Revista Científica 59