Un mundo sin prisa Edición No. 11 | Page 24

¿Alguna vez has imaginado que las palabras que salen de tu alma pueden convertirse en letras que se dibujan en el cielo?

Yo si... Así es como en lugar de papel, puede escribirse una carta al viento para alguien que ya está en el cielo; y en esta última madrugada del primer mes, yo quiero escribir una para ti Ingrid.

La verdad no sé si ya antes alguien lo hizo y te envió una... Supongo que las oraciones son también algo muy parecido a eso; pero a mi me gusta más pensar en que es algo todavía más especial, cambiar la hoja de papel en blanco por el espacio azul e infinito del cielo, porque es de alguna forma la única oportunidad que tendré para detener el tiempo y transgredir la distancia entre el espacio del lugar donde te encuentras tú y el punto desde donde cobijada con los rayos del sol, te escribo esto yo.

Han pasado más de 700 días; y aunque hace mucho no te escribo en letras, no he dejado de recordarte, de pensarte... Tal vez físicamente nunca te vi, pero fuiste una parte muy importante de mi vida porque a la distancia te hiciste mucho más presente que otras personas a mi cercanas; y llenaste mi corazón de muchas risas, buenas conversaciones y hasta de tu música, que era tan peculiar.

Siempre te pienso... Sobre todo en los instantes cuando tengo dudas... y me pregunto: ¿qué harías tú en mi lugar o que consejo me darías?, (tal como lo hacías cuando estabas aquí). En ocasiones, cuando también he estado triste, me acuerdo de la increíble capacidad que tenías para hacerme ver que no todo era siempre tan malo; y era entonces cuando me daba cuenta que las cosas que en ese entonces me agobiaban, eran cosa de nada, comparado con la batalla que de verdad tú estabas librando para retener tu vida, aunque fuera tan sólo un poco más.

Tantas veces me hablaste de eso con el corazón abierto; y a la par de la inmensa fortaleza de tu espíritu, tenías al mismo tiempo la facilidad de transformar en colores, cualquier cosa que estuviera teñida de gris.

Ese fue tu legado más valioso. Lo que conservo hasta ahora, envuelto con la cubierta de tu amistad sincera; y hoy, que se cumplen justo dos años desde que te fuiste, quise, a la par de darte las gracias por eso, plasmarlo en esta carta al viento que estoy segura podrás ver desde cualquier lugar en donde estés.

Tú mejor que nadie sabes lo mágico y especiales que para mi son las cartas, porque sin importar el motivo ni el lugar, (incluso ni lo que uses para escribirla); son como una especie de boleto de acceso para poder volver a conversar con alguien que en tiempo real y presente tal vez ya no se puede. Las letras son la manera más sincera de poder sentarme a conversar sin prisa contigo, tal y como si todavía estuvieras aquí.

Han pasado muchas cosas en todo este tiempo. La mayoría ya las sabes (pues nunca he dejado de hablarte), pero en esta carta que te escribo en silencio, con la voz de mis pensamientos, no tengo mucho para decirte, sólo que el mundo sigue siendo un lugar tan caótico, al que le hace tanta falta más gente como eras tú.

Carta al Viento...

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