Travesías didácticas Nº 30 • Abril 2019 | Page 75

El día nos va llevando por diferentes sitios. Haciendo un uso flexible y dinámico de los espacios; transformando cada rincón en un hermoso lugar para la enseñanza y el aprendizaje; siendo el entorno un ambiente alfabetizador rico y con un criterio estético que no reproduce estereotipos, sino que se va habitando con creaciones propias o cuidadas y significativas. Visitas al taller de arte nos permiten explorar y producir con materiales y herramientas que pueden permitir “decir” sin hablar: el arte como vehículo de comunicación. Creaciones custodiadas por retratos y obras de grandes exponentes de la cultura que vamos invitando cada año a la ronda de artistas. Biodanza, expresión corporal, música, teatro, telas, que también nos hicieron volar. Cada grupo en su sala comparte la mesa, disfrutando de un mismo menú que el jardín ofrece, en canastas de mimbre, cálidas, artesanales y blandas, para aprender a pedir por favor a mi compañero/a que me la alcance, para aprovechar a charlar con quien tengo cerca. Y respetando el poder estar sentados poco tiempo, naturalmente “deambulan” con el pan en la mano y bigotes de dulce de durazno casero que hace la directora en verano para todo el año. ¡A no ser que sea momento de celebrar el cumpleaños de alguien y ese día la familia puede entrar con su cultura/modo de festejarlo: torta, bebidas, piñata, globos…! Crianza y didáctica de la mano para acompañar los primeros pasos de generaciones de andantes, caminantes, viajeros/as y aventureros /as. Un proyecto pedagógico que atraviesa transversalmente las experiencias que por diseño curricular importado de CABA (en Córdoba aún no hay prescripciones curriculares para jardín maternal) se diagraman las propuestas de enseñanza para facilitar aprendizajes significativos y construidos en el hacer y ser con otros. Los lenguajes artísticos, la naturaleza y los valores son nuestros pilares. De allí nacen, sobre una idea central cada año, proyectos y secuencias didácticas que van ofreciendo experiencias amorosas, lúdicas y que dan lugar a la imaginación, en un aprender a convivir en armonía con los demás y con el medio natural y social. Rondas. Muchas rondas. De canciones, de conversaciones, de juegos, de resolución de conflictos. Porque es así que podemos mirarnos y sabernos codo a codo. Grupos pequeños para poder conocernos y cuidarnos desde lo que cada uno trae consigo y lo que podemos crear juntos. La huerta que cada año va recibiendo en su tierra caricias que desarman cascotes, semillas que traen familiares expertos en el tema, riego y desmalezado por grandes jardineros que esperan cada primavera ver crecer las lechugas, perejil, rabanitos, zapallos, girasoles, aromática que van derecho a la mesa con el amor y la alegría de toda cosecha. ¡Y ni hablar de las visitas a Chacra de Luna!, nuestra segunda casa. Con gorra, cantimplora y 73