Travesías didácticas Nº 30 • Abril 2019 | Page 71

y social. Es encontrar un intersticio, una posibilidad de generar posibles diálogos, recuperando la escuela como lugar de encuentro, dando lugar a las voces de los verdaderos protagonistas del encuentro educativo: los niños y las niñas. Cuando los docentes están ocupados en Educar para la Paz, desde el Jardín de Infantes se habla, se piensa y se siente la Paz. La Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano CINDE – UNIVERSIDAD DE MANIZALES, (www.cinde.org.co) ha desarrollado un Programa Niños y Niñas constructores de Paz, (https://youtu.be/dywJ- OSEeEo) mediante el cual (por ejemplo en Colombia) van abordando algunos interrogantes ¿cómo entienden los niños y niñas su vida en la Escuela?, ¿cómo entienden las dinámicas de violencia que viven a diario?, en un trabajo articulado con las familias y todos los actores sociales con los que transcurren las vidas de los niños y niñas de Colombia. Sintetizamos algunos puntos relevantes del Manifiesto que el Comité Científico de la III Bienal promulgó y que merecen nuestra reflexión. “Instamos a Educadores a que reconozcan que las pedagogías deben pensar otras educaciones que desmitifiquen las escuelas como los únicos espacios de la educación y que abran las puertas a la comunidad y constituyan espacios de re-existencia a través de la recuperación de la memoria, la lúdica, las poéticas, las emociones y que se pregunten por el tipo de saberes que se están configurando y su relación con los contextos, si reconocen a las comunidades como instancia de validación del conocimiento científico, sobre cómo se recupera el conocimiento popular, las voces de los niños, niñas y jóvenes para hacer visibles las riquezas de sus saberes y sus sentires. Se requiere poner en marcha una praxis educativa revolucionaria que implica pensar en el papel social del maestro como un pedagogo social, que comprende las realidades sociales y la necesidad de formar en prácticas ciudadanas, democráticas y políticas, que reconoce la diversidad y atiende la diferencias y que genera procesos investigativos con y por las comunidades y los individuos.” Estos puntos del manifiesto nos invitan a preguntarnos ¿propiciamos actividades en la Institución que abren las puertas a la comunidad? ¿De qué manera lo hacemos? ¿Son partícipes o simples espectadores? ¿Cómo nos comunicamos con las familias? ¿Investigamos y nos reconocemos en el contexto social de la Institución? Siguiendo este análisis, pensar la re-existencia significa pensar la vida, no pensar que nuestros niños y niñas sobreviven, que nosotros sobrevivimos, sino pensar que algunos niños que asisten a nuestros Jardines y Escuelas, tienen muchas vidas vividas, que nos llevan ventajas en el sufrimiento, que saben de desigualdades, de violaciones, que merecen un adulto en donde poder anclar sus emociones, un adulto que facilite su tránsito por la infancia, que simplemente gestione la ternura y la paz. Es posible que se pregunten ¿qué contenidos voy a trabajar en un Proyecto de Educación 69