Pero también primaba en las salas lo que Winicott describe como un ambiente facilitador: “Un
medio suficientemente bueno permite que el niño comience a existir, a tener experiencia, a
construirse un yo personal, a dominar los instintos y a enfrentarse con todas las dificultades
inherentes a la vida”.
Ese ambiente facilitador estaba dado por una serie de factores que es interesante
socializar:
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La continuidad del ambiente humano y físico que genera condiciones de confiabilidad.
La calidad de las adaptaciones. Organización y actitud suficientemente flexible para
adaptarse a los cambios y necesidades del niño.
El trabajo privilegiado con las familias y la valoración imprescindible del jardín de
infantes como una extensión “ascendente” de la familia y no “descendente” de la
escuela primaria.
Un dedicado trabajo en equipo para pensar y organizar la tarea
La consideración de que todos los espacios- las salas, los patios, los pasillos, los baños
-deben ser apropiados y convertirse en lugares de pertenencia y de aprendizaje para
los pibes.
Un ambiente facilitador a la tarea también es uno donde las cosas sean funcionales y se
generen condiciones de posibilidad para la creatividad de los niños: desde la instalación de
ganchos a diferentes alturas, soportes en techos y paredes, elementos adaptables como
sogas, elásticos, tablas, aparatos inclusive, telas de diferentes tamaños. Siempre a disposición
y dispuestos en espacios externos, en lugares de ordenamiento común, que permitía que
quien lo necesitaba, le diera uso.
De esta manera, la misma sala de trabajo diario u otro ambiente (decidido institucionalmente)
podía quedar armado a lo largo de varios días en el contexto de un proyecto de juego,
favoreciendo la continuidad y la ampliación y potenciación del mismo. (La sala de música solía
ser un espacio de transformación para enriquecer el juego dramático y facilitar el
enriquecimiento de los ambientes de un barco de pasajeros, por ejemplo).
Los tiempos de la tarea iban de la mano de los tiempos del grupo y de la potencia de las
experiencias.
La posibilidad de que algunas actividades se realicen en espacios no habituales (una merienda
en el arenero, picnics) requirió, como premisa, de plasticidad en el equipo docente y
comprensión de la tarea y disposición e implicación por parte de todo el personal del jardín. Y
gestionar esa posibilidad fue siempre tarea indelegable del equipo de gestión directiva.
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