Las salas de edades integradas…
Susana Santaren
La experiencia muestra que implicarse en un proyecto, ser parte en el diseño de la tarea,
llevarla adelante, sostenerla, compartirla (hacerla pública) y disfrutar de ella parecen ser
premisas que favorecen la implicación en un grupo y amplían las posibilidades de todos.
Esas posibilidades se potencian con el andamiaje de los adultos y de los pares: ese “estar
ahí”, en el lugar que ofrece apoyo seguro, confianza, le permite al niño ir más allá de sus
posibilidades de acción individual, y hacerlo acompañado por otros. Así Gastón, de 3 años,
que no se animó a mostrarse en público a cara lavada, se convirtió en árbol, siendo soporte
de una estructura de cartón que había armado y pintado junto a otros mayores que él.
Es y será competencia de cada maestro y de cada equipo de coordinación de un grupo,
favorecer una mejor organización de la tarea pensando, en cada oportunidad, cuáles son los
escenarios facilitadores para poner a disposición de los pequeños potentes experiencias
educativas.
Como se apreció aquí, la observación se convierte en una herramienta determinante a la hora
de decidir la conveniencia de los agrupamientos y su movilidad. Las características de las
actividades, (su nivel de dificultad, duración, especificidad de áreas, entre otros criterios) serán
también un indicador más a la hora de definir los criterios organizativos.
La organización de los espacios y los tiempos de tarea.
Espacio y Tiempo son dos ejes que dan cuerpo a las formas históricas de organización de la
tarea escolar. Pensar otra manera de habitar las aulas requiere reflexionar sobre ellos y
recorrer otras formas posibles.
La propuesta pedagógica requería flexibilizar estas variables: Si se pretendía la movilidad,
favorecer la creatividad y la libertad en la creación de escenarios, el ambiente físico debía
colaborar a hacerlo posible. Y para esto, las salas organizadas en rincones estables
recortaban las posibilidades de juego o condicionaban el uso de los espacios, apostando a un
estereotipo de funcionamiento.
En Panambí los chicos debían tener la posibilidad de participar en el montaje de los espacios
de juego, armando a conveniencia una sala cómoda y funcional al juego que se estuviera
desplegando.
Las salas estaban organizadas como espacios de ordenamiento de material. Al alcance de los
chicos facilitándose el traslado y armando los sectores de juego donde más conviniera en cada
momento. Una vez concluido el juego, los materiales y mobiliario volvían a sus lugares y el
ambiente quedaba despejado.
24