Travesias didacticas Nº 19 • Julio 2015 | Page 29

Los/las docentes deberán tener en cuenta que si bien pueden inferir en los probables proyectos de juego a partir de los materiales que presenten, serán los niños y niñas quienes decidirán su propio juego a proyectar en cada situación de Juego Trabajo. Es importante visualizar la diferencia entre la propuesta lúdica a cargo del docente y el desarrollo de la situación a cargo de los niños y niñas de la sala. El/la docente planifica la propuesta lúdica como un modo de organizar la enseñanza, pero no debe olvidarse, que es el niño/a quien juega, apropiándose de los contenidos a través de un proceso de aprendizaje, producto de una enseñanza sistematizada. Retomando a Laura Pitluk, podríamos preguntarnos ¿cómo intervenir en el juego sin interferir ni condicionar sus proyectos? La primera intervención docente es previa al inicio del juego, pues, es el/la docente quien va a definir la estructura misma del juego con la selección de ciertos materiales y objetos lúdicos en los sectores presentados. El/la docente interviene siempre a partir de la observación poniendo la mirada en los participantes del juego y en el juego mismo para comprender lo que allí sucede y en consecuencia intervenir: si es necesario facilitar la organización del juego, ayudar a encauzarlo o bien a sostenerlo. Su intervención será para movilizar roles, señalar aquellas cuestiones de la realidad que no aparezcan, marcar los tiempos del juego, recordar las reglas convencionales, ofrecer nuevos objetos y materiales, variar las consignas de juego. La intervención en el momento de evaluación se centra en ayudar a los niños/as a poner en palabras el pensamiento y reflexión acerca de lo jugado. Finalmente al momento de ordenar, la intervención tendrá sentido en la propuesta si el/la docente interviene para facilitar el accionar autónomo de los niños y niñas, acompañando desde la mirada, desde la palabra, y desde una actitud cooperativa que enseña. Abordando nuevamente el planteo con el cual comencé el artículo acerca del juego como derecho inalienable de la infancia, me parece oportuno recordar que el juego entró a las salas de los jardines de infantes ocultando la intencionalidad educativa y a la vez, diferenciando este nivel con el de la escuela primaria. No era pensado por entonces como un derecho del niño/a, sino como una necesidad. Era muy común escuchar frases como ésta: “aprovechá a jugar ahora que estás en el Jardín, porque en la escuela primaria vas a tener que estudiar”… lo cual dejaba en claro que al Jardín los niños iban a jugar y a la escuela primaria a aprender. Jugar en el Jardín era necesario para el desarrollo del niño/a y aprender era un derecho que le garantizaría la Escuela Primaria. 18 27