Travesias didacticas Nº 19 • Julio 2015 | Page 18

Una propuesta conocida que merece ser resignificada: el Juego Trabajo Lic. Margarita Penadés Pensar hoy las propuestas educativas en la Educación Inicial implica pensar en los niños y niñas como sujetos de derecho. Ello nos lleva a reflexionar acerca del lugar que ocupa el juego en la primera infancia recordando que en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (sancionada en 1990 e incorporada en nuestra Constitución Nacional en 1994) se establece el derecho a jugar como uno de los derechos más específicos de la infancia, puesto que el juego se desarrolla al mismo tiempo que la infancia misma. Si tomamos la afirmación que Sandra Carli (1999) hace al referirse a la cuestión de las infancias, planteando de que se “es niño” en relación a la percepción e interpretación de los adultos, queda claro que somos nosotros-adultos quienes construimos el concepto de niño en relación a un contexto histórico-social y cultural. En el devenir del tiempo se ha ido construyendo e imponiendo desde los discursos político-pedagógicos dominantes una categorización de “infancia” que ve al niño como un ser humano débil, vulnerable, incapaz, carente, que necesita de la protección del adulto para crecer sano y feliz; es decir, un niño sujeto de necesidades. Lejos de aquella vieja concepción producto de la Modernidad, hablar hoy de los niños y las niñas como sujetos de derecho, nos lleva a pensar que ha cambiado el paradigma con el cual interpretamos al mundo, pasando de la idea de niño como sujeto de necesidades, a considerar a todos y cada uno de los niños y niñas que viven hoy, como sujetos con capacidades diferentes, completos, respetados, poseedores de derechos civiles, sociales, culturales, educativos, políticos y económicos. Entonces, podemos decir, que esas necesidades entendidas como carencias para el viejo paradigma, hoy se han transformado en derechos que deben satisfacerse, y el juego es uno de ellos. Retomando los aportes de Sandra Carli, quien nos ayuda pensar la infancia desde un entramado histórico y social que construye subjetividades, al decir de la autora como “(…) una construcción social que en cada tiempo histórico adoptó características específicas” (CARLI, 1999) y entendiendo, por lo tanto, que no existe “una” infancia como modo único y universal de ser niño o niña ya que los rasg