tvc.dsj.org | May 7, 2019
THANK YOU BISHOP MCGRATH
41
MISA DE ACCION GRACIAS
CATEDRAL DE BASILICA DE SAN JOSÉ
SAN JOSE, CALIFORNIA
1 de mayo de 2019
Jeremías 1: 4-9
Salmo 42
1 Corintios 12: 31-13: 13
Juan 21: 15-19
E l e nve j e c i m i e nt o e s t á mu y
desvalorado.
No es divertido envejecer. O por ser
viejo, una vez que hayas llegado allí.
“Cuando envejeces,” como acabamos
de escuchar. . .
“Cuando envejezcas, extenderás tus
manos, y alguien más te vestirá y te
llevará a donde no quieras ir.”
¡He tenido alguna experiencia de eso
últimamente!
Pero para detenerme allí, con esta
descripción de impotencia de Pedro,
oscurecería el mensaje real de este
pasaje.
Porque cuando Jesús le había dicho
esto a Pedro, rápidamente agregó:
“Sígueme.”
¡Sígueme! Esta es la llamada que
escuchó el desconcertado Jeremías,
quien protestó que era demasiado
joven.
Es el llamado del Apóstol Pablo,
el llamado del Amante al amado:
“¡Amor!” Y en el amor, seguimos.
Desde las primeras historias bíblicas
de Adán y Eva, hasta la Nueva Creación
que está en Cristo, el Señor, a través
de lo ordinario de la naturaleza y lo
extraordinario de lo supernatural, a
través de todo esto, nuestro Señor nos
ha invitado y toda la humanidad -
seguir, y así estar con Él.
Tú y yo hemos sido iniciados en esto
por nuestro nacimiento y por nuestro
nacimiento bautismal, compartiendo
la membresía en la familia humana
y, como hermanas y hermanos en el
Señor, en la familia de la Iglesia.
Hemos sido fortalecidos por el fruto
del campo y la granja, por la Palabra
viva y por Aquel cuyo cuerpo y sangre
nutre y sostiene a los creyentes para el
viaje hacia la vida sin fin.
Y nos han animado a convertirnos
en lo que recibimos, para convertirnos
en lo que comemos: El Cuerpo y la
Sangre del Señor.
En gozo y esperanza, en dolor y
ansiedad, como el llamado de atención
en calma y en tumulto, el Señor solo
ha querido que lo sigamos, por la
naturaleza de nuestra vida bautismal
y nuestro ministerio, para que sean
signos e instrumentos vivientes de la
paz de Dios, en el trabajo en nuestro
mundo.
Sí, cada uno de nosotros, en un
momento u otro, nos hemos sentido
como Jeremías. . .
demasiado joven e i nexperto,
inadecuado para la tarea.
Pero la resistencia, como dicen, es
inútil. Si recorremos el camino del
Señor, no necesitamos abrir un nuevo
camino, sino permanecer fieles al que
Él nos presenta.
Y nos hemos sentido como Pedro.
. . Un negador y, aparentemente, un
fracasado. . . aun amando al Señor.
Quienes, honestamente, enfrentan
sus propias debilidades, están mejor
capacitados, creo, para apreciar el
perdón y el amor.
No nos regocijamos en nuestra
propia bondad, sino en el bien que Dios
está obrando en cada uno de nosotros.
Nuestra vida no se trata de tocar
una bocina para mostrar nuestras
virtudes, para invitar a los elogios de
los demás. . .
Joven o viejo, o en medio. El desafío
y la oportunidad no es ser un gong
rotundo de un platillo sonoro, sino
poner a Cristo, poner un amor que no
sea celoso, ni pomposo, ni inflado, ni
grosero, ni egoísta, ni de mal genio
ni de angustia. Más bien, el amor
es paciente, amable, creyente, con
esperanza y perdurable.
Mi Lema Episcopal, “Juntos en
Cristo”, siempre ha sido para mí más
que un eslogan pegadizo o un eslogan
para el ¡Llamado Anual Diocesano! ¡Y
Dios sabe que ha sido usado para eso!
Pero en verdad c reo que, en
nuestra unión, en la vida común que
compartimos como Pueblo de Dios,
nos dejamos guiar por el Señor Jesús.
Estar “Juntos en Cristo” es posible
solo en el vínculo de la caridad, que pone
las necesidades de los demás antes que
las nuestras, colocando como centro de
todos nuestros esfuerzos la compasión,
el amor y el auto-vaciamiento del Señor.
Estar juntos en Cristo es poner a Cristo
de una manera que es verdaderamente
Él quien vive en nosotros.
Est a r “Ju ntos en Cr i sto” nos
impulsa a dialogar de manera civil,
incluso cuando no estamos de acuerdo
en absolutamente nada, prestando
la debida atención a la opinión de
la otra persona y la dignidad de esa
persona, especialmente cuando crees
lo completamente equivocados que
están.
Y estar “Juntos en Cristo” significa
que el “Celo por la Casa del Señor”
nos consume y continuará haciéndolo,
si Dios quiere, durante muchos años
por venir.
Tú y yo tenemos un nuevo Obispo,
un nuevo Pastor.
Desde la primera vez que supe de su
nombramiento el pasado mes de julio,
he dado gracias a Dios por el Obispo
Oscar Cantú, en quien he conocido a un
Pastor amoroso, contemplativo, sabio y
atento que guiará a esta Iglesia local con
integridad y fidelidad al Señor.
En la medianoche pasada, el Obispo
Oscar se convirtió en el tercer Obispo
de San José.
Lo felicito ... y a Usted ... Le prometo
mi apoyo, ya que sé que Usted hará lo
mismo.
Oremos por nuestro nuevo Obispo
... y por favor continúen orando por
este anciano suyo, que siempre estará
orando por ustedes.
Y que Dios nos bendiga a todos,
ahora y siempre.