The Valley Catholic May 7, 2019 | Page 32
32
May 7, 2019 | The Valley Catholic
NOTICIAS EN ESPAÑOL
Descripción del Escudo de Armas del Obispo Oscar Cantú
El pasado miércoles 1 de mayo en la
Catedral Basílica de San José, celebramos
con gran alegría la Misa de agradeci-
miento por el tiempo de ministerio del
Obispo Patrick J. McGrath. En su homilía
el hablo del significado de su Lema. “Jun-
tos en Cristo.” “Estar “Juntos en Cristo”
significa que el “Celo por la Casa del
Señor” nos consume y continuara hacién-
dolo, si Dios quiere, durante los años por
venir. Dijo, el Obispo Patrick. Dando así
la sucesión al Obispo Cantú. Ahora, nos
toca cada uno de nosotros aprender del
Lema del Señor Obispo Cantú. “El celo
por tu casa me devora.” Recordemos,
que, en la Misa de bienvenida del Obispo
Cantú vimos por primera vez lo que
significa su Escudo de Armas. Ahora,
ha llegado el momento de leer pausada-
mente y reflexionar en lo que cada parte
del Escudo significa.
“ZELUS DOMUS TUAE COMEDIT
ME” – “El celo por tu casa me devora”
Blasón
En un partido de campo azul y verde,
dos báculos en sotuer, en una banda un
báculo episcopal dorado y en la banda
siniestra, un báculo de argén de abad
Queridos Hermanos y Hermanas:
En el Evangelio, Jesús pide a Pedro
por tres veces que apaciente su grey, y
que la apaciente con su amor, y le anun-
cia: «Cuando seas viejo, extenderás las
manos, otro te ceñirá y te llevará adonde
no quieras» (Juan 21:18). Esta es una pal-
abra dirigida a nosotros, los Pastores: no
se puede apacentar el rebaño de Dios si
no se acepta ser llevados por la voluntad
de Dios incluso donde no queremos, si
no hay disponibilidad para dar testimo-
nio de Cristo con la entrega de nosotros
mismos, sin reservas, sin cálculos, a
veces a costa incluso de nuestra vida.
Pero esto vale para todos: el Evangelio
ha de ser anunciado y testimoniado.
Cada uno debería preguntarse:
¿Cómo doy yo testimonio de Cristo
con mi fe? ¿Tengo el valor de Pedro y
los otros Apóstoles de pensar, decidir
y vivir como cristiano, obedeciendo a
Dios? Es verdad que el testimonio de
la fe tiene muchas formas, como en un
gran mural hay variedad de colores y
de matices; pero todos son importantes,
incluso los que no destacan.
En el gran designio de Dios, cada det-
alle es importante, también el pequeño y
humilde testimonio tuyo y mío, también
ese escondido de quien vive con sencil-
lez su fe en lo cotidiano de las relaciones
de familia, de trabajo, de amistad. Hay
santos del cada día, los santos “ocultos,”
una especie de “clase media de la santi-
dad,” como decía un escritor francés, esa
“clase media de la santidad” de la que
velado; sobre una mesa de sable, una
hostia y un cáliz, propios todos sobre un
campo encima del cuarto.
Significado
El logro heráldico episcopal, o el es-
cudo de armas del obispo, se compone
de un escudo con sus cargas (símbolos),
un desplazamiento de la divisa, y la
ornamentación externa. El escudo, que
es la característica central y más impor-
tante de cualquier dispositivo heráldico,
se describe (se blasona) en términos del
siglo XII, que son arcaicos para nuestro
lenguaje moderno; esta descripción se
presenta como si fuera dada por el porta-
dor con el escudo usado en el brazo. Por
lo tanto, cuando se aplica, los términos
diestro y siniestro se invierten cuando el
dispositivo se ve desde el frente.
Para sus armas personales, Su Ex-
celencia, el Obispo Cantú, ha adoptado
un diseño para reflejar su vida y minis-
terio como sacerdote. En un campo de
plata (blanco) en el centro del diseño,
llamado una “faja,” hay una mesa negra
en la que se muestra un cáliz dorado y
una hostia plateada, significando la Euca-
ristía, característica central del ministerio
sacerdotal. Estos cargos se utilizan para
indicar que la mesa, en el hogar y como
altar, es donde se reúne la familia. Este
siempre ha sido el lugar más importante
para la familia Cantú y para la familia
de Jesucristo.
La faja se coloca en un campo de color
azul en la parte superior y verde en la
parte inferior. Sobre este campo dividido
hay dos báculos; un báculo dorado de
un obispo y un báculo sencillo de plata
de un abad velado. Estos dan honor a
San Ansgar (también conocido como
San Oscar), quien sirvió a la iglesia de
Dios como abad benedictino antes de
ser llamado Obispo de Hamburgo. Los
Homilía Del Santo Padre Francisco
todos podemos formar parte.
Pero en diversas partes del mundo
hay también quien sufre, como Pedro
y los Apóstoles, a causa del Evangelio;
hay quien entrega la propia vida por
permanecer fiel a Cristo, con un testimo-
nio marcado con el precio de su sangre.
Recordémoslo bien todos: no se puede
anunciar el Evangelio de Jesús sin el
testimonio concreto de la vida. Quien
nos escucha y nos ve, debe poder leer
en nuestros actos eso mismo que oye en
nuestros labios, y dar gloria a Dios. Me
viene ahora a la memoria un consejo que
San Francisco de Asís daba a sus her-
manos: predicad el Evangelio y, si fuese
necesario, también con las palabras.
Predicar con la vida: el testimonio. La
incoherencia de los fieles y los Pastores
entre lo que dicen y lo que hacen, entre
la palabra y el modo de vivir, mina la
credibilidad de la Iglesia.
Pero todo esto solamente es posible
si reconocemos a Jesucristo, porque
es él quien nos ha llamado, nos ha
invitado a recorrer su camino, nos ha
elegido. Anunciar y dar testimonio es
posible únicamente si estamos junto
a él, justamente como Pedro, Juan y
los otros discípulos estaban en torno
a Jesús resucitado, como dice el pasaje
del Evangelio de hoy; hay una cercanía
cotidiana con él, y ellos saben muy bien
quién es, lo conocen.
El Evangelista subraya que “nin-
guno de los discípulos se atrevía a pre-
guntarle quién era, porque sabían bien
que era el Señor” (Juan 21:12). Y esto es
un punto importante para nosotros:
vivir una relación intensa con Jesús,
una intimidad de diálogo y de vida, de
tal manera que lo reconozcamos como
“el Señor.” ¡Adorarlo!
Esto tiene una consecuencia en nues-
tra vida: despojarnos de tantos ídolos,
pequeños o grandes, que tenemos, y
en los cuales nos refugiamos, en los cu-
ales buscamos y tantas veces ponemos
nuestra seguridad. Son ídolos que a
menudo mantenemos bien escondidos;
pueden ser la ambición, el carrerismo,
el gusto del éxito, el poner en el centro
a uno mismo, la tendencia a estar por
encima de los otros, la pretensión de
ser los únicos amos de nuestra vida,
algún pecado al que estamos apegados,
y muchos otros.
Esta tarde quisiera que resonase
abades usaban un báculo velado porque
en la antigüedad los obispos portaban
guantes en ciertas ceremonias en las
cuales no lo hacían los abades, y el velo
era para mantener las manos del abad
limpias para el culto.
Su Excelencia, el Obispo Cantú, ha
seleccionado por su lema la frase latina
“ZELUS DOMUS TUAE COMEDIT ME.”
Esta frase, tomada del Salmo 69, expresa
la firme creencia del Obispo de que en
todo lo que hace por Dios. “El celo por
tu casa me devora”.
El logro se completa con los ornamen-
tos externos, que son una cruz dorada
episcopal procesional, la cual se coloca
en la parte posterior y se extiende por en-
cima y debajo del escudo; y el sombrero
pontificio, llamado “gallero,” con sus
seis borlas, en tres filas, en ambos lados
del escudo, todo en verde. Estas son las
insignias heráldicas de un prelado del
rango de obispo, por la instrucción de la
Santa Sede del 31 de marzo de 1969.
By Deacon Paul J. Sullivan. Rev. Mr. Sul-
livan is a Permanent Deacon of the Diocese of
Providence. Traducido y adaptado por: Linda
Tully y Lupita Vital
una pregunta en el corazón de cada
uno, y que respondiéramos a ella con
sinceridad: ¿He pensado en qué ídolo
oculto tengo en mi vida que me impide
adorar al Señor? Adorar es despojarse
de nuestros ídolos, también de esos más
recónditos, y escoger al Señor como cen-
tro, como vía maestra de nuestra vida.
Queridos hermanos y hermanas, el
Señor nos llama cada día a seguirlo con
valentía y fidelidad; nos ha concedido el
gran don de elegirnos como discípulos
suyos; nos invita a proclamarlo con gozo
como el Resucitado, pero nos pide que lo
hagamos con la palabra y el testimonio
de nuestra vida en lo cotidiano. El Señor
es el único, el único Dios de nuestra
vida, y nos invita a despojarnos de
tantos ídolos y a adorarle sólo a él. An-
unciar, dar testimonio, adorar. Así sea.
© Copyright - Libreria Editrice Vaticana
Líderes que recibieron su certificado por haber terminado Fe Más Allá del 2000, parte 11.
Alegría y estudio fue lo que distinguió a este grupo. Felicidades a cada uno de ellos, y
ellas que sus frutos serán vistos en sus parroquias al servir a su comunidad en particular.