The Pet Journal Septiembre2017 | Page 8

Ladridos y

emoción

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Ladrar es algo natural en los perros. Todos somos conscientes de ello y, si es algo tan lógico, ¿por qué nos resulta tan molesto?

El ruido está presente de continuo en nuestras vidas, sobre todo en las ciudades, en forma de contaminación acústica: personas que hablan por teléfono con un tono de voz muy alto a tu lado, tráfico, obras...

La vida cotidiana puede estar llena de ruidos que, dependiendo de la sensibilidad de cada individuo, pueden generar respuestas físicas ( de estrés) e incluso sacarnos de quicio.

Convivimos; y en esa convivencia nos acabamos habituando a muchos de estos ruidos.

Pongámonos en situación

Imagina un niño llorando o gritando en plena calle. Nuestra reacción suele ser pensar "¿Qué le pasará?"

Observamos al adulto que lo acompaña esperando que lo consuele, mostrándonos preocupados por el bienestar del niño y sus emociones.

Imagina ahora un perro ladrando o llorando. La reacción general suele ser la de malestar por el "ruido".

Reforzar el sistema inmune de tu mascota le ayudará a prevenir enferm

Observamos a la persona que acompaña al perro y esperamos...¿qué?

Seamos sinceros, muchos esperarían que le diera una llamada de atención al perro. Un castigo social por "molestar".

¿Qué pasa entonces con el bienestar del perro y sus emociones?

Dependiendo de la situación y del individuo, pueden darse mucho casos: que esté muy feliz y no pueda dejar de ladrar, que se sienta tremendamente solo, que tenga miedo, esté aburrido, se sienta incómodo, asustado...

¿Lo habías pensado?