The Ispian...Un lugar en común - N° 4 - Marzo 2015 | Page 12

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Prof. Graciela Castelli

¿Quién fue Arlette Battier de Imbert y por qué la Sala de Profesores del tercer piso del San Bartolomé lleva su nombre a partir de octubre de 2014?

En su niñez, la Profesora Battier de Imbert fue alumna del actual Colegio San Bartolomé (ex - Rosario English School), que en esos tiempos funcionaba junto a la Iglesia San Bartolomé de Rosario, en la esquina de Paraguay y Urquiza. Es fácil imaginarla en el primer asentamiento del Colegio, sentada en los antiguos pupitres, corriendo por sus patios, los que recordaba separados para niñas y para varones. Hablaba perfectamente inglés y francés, y en su madurez era poseedora de una cultura vasta, que no ostentaba pero que dejaba traslucir en sus conversaciones.

Profesionalmente, fue mentora de profesores de inglés, enseñó este idioma a innumerables alumnos y perfeccionó el de los que deseaban convertirse en profesores. Desde la creación del Profesorado de Inglés del actual Instituto de Enseñanza Superior Nº 28 “Olga Cossettini” dictó varias asignaturas, tales como: lengua inglesa, fonética, gramática inglesa, literatura, historia y geografía y hasta latín; y durante muchos años fue Directora de Sección de esa carrera. Su trabajo detallado y silencioso permitió el funcionamiento más organizado de esa sección.

Presidió la Asociación de Profesores de Inglés de Rosario desde su creación. En esta función, marcó los rumbos que continúan vigentes hasta hoy.

Fue Oral Examiner para los que pretendían obtener certificados de la universidad de Cambridge. Aquellos que rendimos ante ella sabemos de su simpatía y sencillez. Sus exámenes eran charlas casi con una amiga, afable aunque exigente.

En lo personal, era un ser dulce y afectuoso que registraba los nombres de los hijos de sus alumnos y demás detalles, para interesarse por la vida personal y profesional de cada uno. Estimulaba, animaba, aconsejaba. Cada uno de sus alumnos guarda esos consejos y aún los agradece. Para los docentes que compartimos el trabajo con ella fue una generosa colega a quien jamás vimos enojada o quejosa.

En los homenajes de los que fue objeto durante este año, al cumplirse el centenario de su nacimiento, se mencionaron varias anécdotas y se destacaron algunos aspectos que la distinguían: su cordialidad, su humildad -al corregir lo hacía delicadamente, dejando el margen para la duda y generando la curiosidad por la corrección en el idioma. Solía preguntar: “¿Lo viste usado así en algún texto?”. Su buen humor, su gusto por la música, hasta por cantar canciones tradicionales inglesas y francesas, y también tangos, acompañada por una o más colegas y alguna alumna tocando el piano; en fin, todas las características que hacen a una gran persona, un ser extraordinario que será siempre recordado con alegría por los que la conocieron.

Desde la foto que engalana la Sala de Profesores, parece estar guiñándonos un ojo, como solía hacerlo cuando compartía algún comentario risueño con inigualable complicidad. Desde allí, continuará guiando a los docentes de hoy, de cualquier asignatura, en español o idioma extranjero, porque su inspiración será por siempre un ejemplo a seguir. Aún en la seguridad de que pocos alcanzaremos el nivel de su profesionalismo o las cualidades personales que la caracterizaban, la querida Arlette nos marcará un rumbo, inspirará a ingresar al aula sobreponiéndonos a los avatares de nuestras vidas personales para dar lo mejor a nuestros alumnos, como ella lo hizo. Arlette nos dejó a una muy avanzada edad y los que la conocimos la seguimos extrañando. Su ejemplo será infinito.

Su última charla fue en el ISPI San BArtolomé con alumnos del profesorado.

Quién fue Arlette Battier de Imbert y por qué la Sala de Profesores del tercer piso del San Bartolomé lleva su nombre a partir de octubre de 2014?

En su niñez, la Profesora Battier de Imbert fue alumna del actual Colegio San Bartolomé (ex - Rosario English School), que en esos tiempos funcionaba junto a la Iglesia San Bartolomé de Rosario, en la esquina de Paraguay y Urquiza. Es fácil imaginarla en el primer asentamiento del Colegio, sentada en los antiguos pupitres, corriendo por sus patios, los que recordaba separados para niñas y para varones. Hablaba perfectamente inglés y francés, y en su madurez era poseedora de una cultura vasta, que no ostentaba pero que dejaba traslucir en sus conversaciones.

Profesionalmente, fue mentora de profesores de inglés, enseñó este idioma a innumerables alumnos y perfeccionó el de los que deseaban convertirse en profesores. Desde la creación del Profesorado de Inglés del actual Instituto de Enseñanza Superior Nº 28 “Olga Cossettini” dictó varias asignaturas, tales como: lengua inglesa, fonética, gramática inglesa, literatura, historia y geografía y hasta latín; y durante muchos años fue Directora de Sección de esa carrera. Su trabajo detallado y silencioso permitió el funcionamiento más organizado de esa sección.

Presidió la Asociación de Profesores de Inglés de Rosario desde su creación. En esta función, marcó los rumbos que continúan vigentes hasta hoy.

Fue Oral Examiner para los que pretendían obtener certificados de la universidad de Cambridge. Aquellos que rendimos ante ella sabemos de su simpatía y sencillez. Sus exámenes eran charlas casi con una amiga, afable aunque exigente.

En lo personal, era un ser dulce y afectuoso que registraba los nombres de los hijos de sus alumnos y demás detalles, para interesarse por la vida personal y profesional de cada uno. Estimulaba, animaba, aconsejaba. Cada uno de sus alumnos guarda esos consejos y aún los agradece. Para los docentes que compartimos el trabajo con ella fue una generosa colega a quien jamás vimos enojada o quejosa.

En los homenajes de los que fue objeto durante este año, al cumplirse el centenario de su

Prof. Graciela Castelli

nacimiento, se mencionaron varias anécdotas y se destacaron algunos aspectos que la distinguían: su cordialidad, su humildad (al corregir lo hacía delicadamente, dejando el margen para la duda y generando la curiosidad por la corrección en el idioma). Solía preguntar: “¿Lo viste usado así en algún texto?”. Su buen humor, su gusto por la música, hasta por cantar canciones tradicionales inglesas y francesas, y también tangos, acompañada por una o más colegas y alguna alumna tocando el piano; en fin, todas las características que hacen a una gran persona, un ser extraordinario que será siempre recordado con alegría por los que la conocieron.

Desde la foto que engalana la Sala de Profesores, parece estar guiñándonos un ojo, como solía hacerlo cuando compartía algún comentario risueño con inigualable complicidad. Desde allí, continuará guiando a los docentes de hoy, de cualquier asignatura, en español o idioma extranjero, porque su inspiración será por siempre un ejemplo a seguir. Aún en la seguridad de que pocos alcanzaremos el nivel de su profesionalismo o las cualidades personales que la caracterizaban, la querida Arlette nos marcará un rumbo, inspirará a ingresar al aula sobreponiéndonos a los avatares de nuestras vidas personales para dar lo mejor a nuestros alumnos, como ella lo hizo. Arlette nos dejó a una muy avanzada edad y los que la conocimos la seguimos extrañando. Su ejemplo será infinito.

PROF. ARLETTE BATTIER DE IMBERT

(1914-2008)