The Ispian...Un lugar en común - N° 3 - Junio 2014 | Page 10

LA PALABRA

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por Enrique Pinti

Revista La Nación, 25-05-08.

Quien calla, otorga; quien habla de más, como buen comedido, siempre termina mal. "No aclares que oscurece" o "una imagen vale más que mil palabras", frases hechas que han gozado de cierta popularidad, son expresiones que tratan de relativizar –cuando no de negar– el valor de la palabra. Y aquí vuelven a surgir las aclaraciones siempre necesarias. No es lo mismo palabra que palabrerío, como no es lo mismo ser conversador que charlatán, ni

verborrágico que embaucador. Se mezclan tanto las aguas que terminan metidos en la misma bolsa de desprestigio justos y pecadores.

La palabra es un don que los humanos tenemos como elemento precioso para comunicarnos socialmente. Lo que no quiere decir que necesariamente nos vamos a entender.

La comunicación es enunciado; el

entendimiento es razonamiento y

pacto. Los idiomas de los que no pueden hablar por algún impedimento congénito son señas y códigos creados para que el puente con los otros no se corte, pero el mudo tiene que esforzarse mucho para emitir opiniones y discutir cuestiones de toda índole. Como siempre, el ser humano encuentra la forma de hacerlo, y muchos supuestos discapacitados se comunican a puro sentimiento mejor que algunos "parlantes", pero la palabra oral o escrita no puede reemplazarse fácilmente.

Esta mala prensa de la palabra se debe a muchos y diversos factores. En la primera fila de responsables están los políticos, que con sus falsas promesas –que vienen envueltas en discursos de brillante oratoria y hueca retórica– destruyen la fe de los pueblos y generan la desconfianza cuasi atávica que la masa siente ante el reiterado engaño.

"Hechos y no palabras" o "mejor que decir es hacer", han sido algunas de las frases de gobernantes usadas como llave maestra para abrir la caja fuerte del apoyo popular.