PRIMERA PARTE
LA DECISIÓN
S
uena la alarma: pasear al perro, limpiar el patio, bañarme,
medio desayunar, llegar a la oficina, hacerme loca y
sacar mi trabajo, esperar la hora de salida, checar, ir a
casa, jugar con mi perro, ver televisión, videos en youtube,
desvelarme, lavarme los dientes, dormir…
Y así consecutivamente pasaron los meses, y cuando menos
lo pensé ya tenía seis años en el mismo empleo sin subir de
puesto, estaba harta de la rutina, lo mismo todos los días y
sentía que estaba muerta en vida solo que no me había dado
cuenta, era como un zombi asistiendo a trabajar todos los
días, esperando la quincena para pagar el montón de cuentas
que parecían nunca dejar de aparecer.
Recuerdo esa mañana, era como cualquier otro día, cuando
me pidieron entrar a la oficina del director; me preocupe,
pero la verdad ya había perdido esa emoción de sorpresa
hace tiempo. Cuando me dijeron que mis servicios ya no eran
requeridos… ¡se detuvo todo! y pensé: ¿que sería lo primero
que haría?, ¿que pagaría primero?, ¿a donde podría ir en busca
de trabajo?.
30
Febrero - Marzo 2018
No recuerdo el extenuante discurso que dio recursos humanos,
solo dije “gracias, fue un placer trabajar con ustedes”. Tomé mi
cheque, fui a pagar mis deudas, y me dirigí a caminar a la playa
con mi perro. Era una sensación extraña entre “¡LIBERTAD!”
y “¡DEMONIOS! ¿QUÉ VOY A HACER AHORA?”. Respiré y
solo pude hacer una oración y dejar todo en manos de Dios.
Ya no tenía nada que me detuviera, podría ir a donde yo
quisiera. La pregunta se volvió “¿A dónde ir?”, “¿Qué hacer
con tanta libertad y algo de dinero?”. Pensé en mil cosas, pero
decidí hacer una gran maleta y aventurarme a ir a la gran
ciudad. Pagué mi boleto (y el de mi perro ¡claro!); todo estaba
listo, sería un viaje sin retorno. ¿A Dónde llegaría? ¡No sé!,
¿Qué haría? ¡no sé!, tenía todo menos respuestas.
Me despedí de mi cuarto, de mis recuerdos, de mi pueblo y de
mis amigos, sería un nuevo comienzo. Al llegar al aeropuerto
me encuentro en el mostrador con una terrible notica: mi
mascota, mi compañero de 8 años, mi amigo, confidente ¡no
abordaría el vuelo!, su raza tenía una restricción y debía decidir
si renunciaba a mi aventura o me despedía de quién había
sido mi compañero 8 años… sentí un nudo en la garganta, aún
no empezaba esto y ya tenía que tomar decisiones difíciles.
Hice lo mejor que pude, y con todo el dolor de mi alma y
pesar, decidí renunciar a…
VENUS