Los Cafés de calle Corrientes
corte político; aunque su
estilo fue denominado “psicobolche”. Ubicado en Corrientes
y Montevideo fue un lugar
emblemático durante los ´60,
cuando el hipismo vistió sus
mesas con flores y ondas de
amor y paz. Y también fue la
época en que el ahora mítico
Tanguito visitó el billar del
primer piso. Se reunían en
este café David Viñas; Ricardo
Piglia; Enrique “Mono” Villegas y
Rodolfo Walsh, entre otros.
Dominguez: Estuvo en
Corrientes y Paraná y fue el
primer café 24 horas de Buenos
Aires. Lo mejor de la poesía
rea y “mistonga” de la ciudad
se reunió allí; y el gran escritor
Celedonio Flores lo inmortalizó
en su poema “Tristezas”
(“Cuando pasa el organito”,
página 81, Editorial Freeland,
Buenos Aires, 1965).
Corrientes,
la amable, la calle Corrientes
de los sueños locos, los sueños
ardientes
pintoresca calle, noctámbula
ideal
del viejo Montmartre, del Café
Domínguez
y el rante Pigall...
Continuamente dio cita a los
amantes del tango. Enrique
Cadícamo en un poema
homónimo le cantó en su época
de mayor éxito -1918-, cuando
Buenos Aires se refugiaba en los
teatros de la avenida:
Notas
Café los inmortales
Bar Domínguez
de la vieja calle Corrientes
que ya no queda...
De cuando era angosta y la gente
se mandaba el saludo
de vereda a vereda...
Hombres como Francisco Canaro,
Noli, Roberto Firpo y Juan Maglio
(Pacho) silenciaron también las
voces de los parroquianos que se
extasiaban con la música de sus
conjuntos tangueros.
En el mostrador del Café Domínguez
se instaló una de las primeras
máquinas Express que importó
la firma La Cosechera S.A.,
inaugurando con ella el sinónimo de
café. Los mozos, de ahí en más no
pidieron tal o cual cantidad de café,
sino que sus voces entonaron el
“¡marche un express!”.
En su salón se estrenaron dos
tangos de grandes valores
musicales, como lo fueron Tierra
Negra, de Graciano De Leone y Un
lamento, de Numa Córdoba.
Iglesias: Era vecino del café
Domínguez y también supo ser
Revista Digital de Tango
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