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porque ejecutaban tango y folclore
por propia elección, sin el aval de
las grabadoras ni de las empresas
gráficas de ediciones musicales.
Al mismo tiempo que borraban
la imagen del intérprete en
contacto con su público, quedaba
despejado el terreno radial para
una discrecional ‘dictadura del
disco comercial’ manejada por las
empresas”.
En la década del cincuenta,
entre las direcciones artísticas
y comerciales de las radios,
con las empresas comerciales
de la música (Editoriales y
grabadoras) presionaban a los
artistas para su control en los
temas. Aceitado el proceso, en
1967, decretaron