Tamadaba Tamadaba 2017, Nº XX | Page 51

Para la gestión efectiva del aula utilizamos lo que denominamos modos de trabajo, estructurados en tres fases perfectamente diferenciadas y que nos permiten regular los diversos momentos de actuación en el ella. El modo atención consiste en que el alumnado se mantiene en silencio mientras se explica o se realiza alguna aclaración. El modo debate se activa cuando el alumnado tiene alguna pregunta o bien ha de responder a determinadas cuestiones; en cualquier caso, funciona cuando el discente levanta la mano y se le concede el turno de palabra. El modo trabajo actúa cuando se realiza una actividad grupal de tal forma que sólo cabe el susurro.

De igual manera, utilizamos un código de banderas cuyo objetivo es disminuir el nivel de ruido y gestionar mejor el aula. Éste consiste en tres banderas de diferentes colores. La bandera roja se utiliza si el equipo tiene dudas; éstas se intentan resolver en el equipo de tal manera que se propicie una estructuración cognitiva en el individuo que le permita ordenar sus ideas (si no es factible, acudirá la profesora). La bandera naranja indica que el equipo está en proceso de trabajo. La bandera verde simboliza que el equipo ha terminado la tarea o actividad fijada.

Por último, el uso de música relajante favorece un mejor clima de aula. Los elementos digitales son utilizados para la autorregulación del ruido y diversos cronómetros para el control temporal de las actividades. Otro instrumento que hemos añadido para controlar el cambio de modos de trabajo es el timbre, estableciendo un código de toques para cada modo.

Este método de trabajo potencia el control de dos tipos de inteligencias, la intrapersonal y la interpersonal. Es altamente satisfactorio para la docente ser la espectadora en un aula donde todo cabe: ritmos de aprendizaje diversos, puntos de vista distintos y capacidades diferentes. No obstante, como eje central del proceso de aprendizaje: la ayuda entre iguales. La cooperación cobra sentido en un ejercicio de corresponsabilidad, puesto que este enfoque interactivo de gestión en el aula permite que el alumnado sea responsable de su aprendizaje y del de sus compañeros y compañeras de equipo.

Conclusión

Se han alcanzado distintas metas. Las habilidades sociales han mejorado sustancialmente, de manera que se ha adquirido un compromiso del cumplimiento de las normas que revierte directamente en un buen clima de aula. El trabajo ha adquirido una dimensión satisfactoria, puesto que el ritmo de aprendizaje ha ido en aumento así como la calidad del mismo aprovechando al máximo cada una de las sesiones. La panacea de esta aventura ha sido conseguir que el alumnado de forma voluntaria y progresiva realice tareas en casa. El contrato de partida entre los discentes y la profesora había sido trabajar exclusivamente en el aula. Sin embargo, el grado de implicación en su propio aprendizaje ha favorecido la dedicación un tiempo extra en casa. Además, se ha logrado que interioricen la importancia de cooperar como elemento de apoyo mutuo. La convivencia dentro de un equipo ayuda a desarrollar la asertividad , ya que el hecho de compartir ha supuesto un proceso de aprendizaje personal más allá de los meros contenidos curriculares al uso.

Por último, el alumnado ha recuperado notablemente la confianza en sí mismo desde el momento en que se ha visto capaz de enfrentarse a metas que con anterioridad le parecían inalcanzables. Los resultados académicos van de la mano, puesto que el éxito escolar ha mejorado ostensiblemente. Con ello garantizamos mayores perspectivas de éxito futuro como ciudadanos de la sociedad del conocimiento. Hemos coadyuvado en afianzar la percepción que cada uno tenía como individuo con poder de decisión y resolución. Es evidente que este alumnado podrá incorporarse a un mercado laboral con mayor garantía de éxito. Un alumnado capaz de afrontar las nuevas metas de la sociedad del siglo XXI.

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