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das responsabilidades, de cuyo cumplimiento se derivará una relación fluida y significativa para ambos. A pesar de este carácter de responsabilidad “mancomunada”, desde IMS entendemos que el principal protagonista de un proceso de mentoring (desde el punto de vista del aprendizaje) ha de ser el mentee. Y esto es así porque un proceso de mentoring no se reali- za con el objetivo de reconocer, recompensar o desarrollar a los mentores (objetivos todos ellos legítimos, que sin duda pueden obte- nerse como beneficios “indirectos” del propio proceso), sino para preparar, capacitar y/o desarrollar a los mentees con el propósito de afrontar nuevos retos y/o asumir crecientes responsabilidades. Todavía es sorprenden- te la cantidad de organizaciones que ponen sus recursos y foco en el desarrollo de sus mentores y dejan en un segundo plano a los verdaderos protagonistas de “esta película”. Hemos de entender que el capital experien- cial del mentor se convierte en un poderoso recurso que pone al servicio de las necesi- dades de sus mentees, pero serán éstos, en última instancia, los responsables de hacer un uso efectivo del mismo, conectándolo con sus propios objetivos y necesidades; de ahí su protagonismo. Esto es importante, ya que a menudo nos encontramos con mentores noveles que se encuentran preocupados por cuál va a ser el “contenido” de la conversación. Les inquieta saber sobre qué cosas deberían de hablar o sugerir a su mentee que trabaje, cuando es el propio mentee el que debe mostrarse pro- activo, ayudando a crear una agenda y una relación que refleje los diferentes desenlaces que le gustaría alcanzar. Los mentores ofre- cen su valioso tiempo, y la responsabilidad del mentee ha de ser aprovechar al máximo ese tiempo. A pesar del carácter embrionario que el men- toring sigue teniendo en nuestro país con respecto al mundo anglosajón, la mayor parte de las compañías que están pen- sando en implantar (o han implantado) un proceso de mentoring coinciden en la pertinen- cia de ofrecer algún tipo de capacitación y/o entrenamiento a la figura del mentor, pero a menudo se pasa por alto la necesidad de preparar de forma efectiva igualmente a su principal protagonista: el mentee. Todo mentee ha de entender qué papel desempeña en esta ecuación, e igualmen- te ha de ser capacitado en una serie de habilidades que probablemente “no vienen de serie” con nosotros, pero que son claves para el buen funcionamiento y aprovechamiento de la relación de mentoring. A continuación, recogeremos los 6 pilares, que, a modo de máximas, consideramos más relevantes en la preparación de todo aspiran-