algún equipo o con algún grupo de participantes que habían decidido hacer el camino juntos.
Alcanzar a uno de estos grupos significaba pedalear más protegidos del viento y, al mismo
tiempo, obligarnos a no disminuir el ritmo al que íbamos. En ocasiones, por un parón ines-
perado del grupo, o porque verdaderamente veíamos decaer su ritmo, nosotros decidíamos
tirar hacia delante con la intención de alcanzar nuevos compañeros de viaje con un ritmo más
adecuado a lo que necesitábamos en ese momento.
El aprendizaje, trasladado al mundo empresarial, puede parecer obvio, sin embargo no
siempre somos conscientes de ello. Aprovecha los impulsos de otros, arrímate a aquel-
las personas que te dan energía y que están empujando en el mismo sentido. A los que
te ponen las pilas. No pretendas hacer el camino solo. Una labor de equipo bien alineada,
donde además se cultiva la complicidad y la vinculación emocional, es una base extraordinaria
para desempeñar el liderazgo y multiplica las posibilidades de éxito de un proyecto.
El incidente más comentado de la jornada fue el error que cometió un grupo de unos cin-
cuenta corredores que, con el objetivo de recortar terreno entre el primer punto de control
y el segundo, decidieron navegar por una ruta alternativa a la sugerida por la organización,
algo que está permitido dentro de los reglamentos de la Titan, únicamente que al preparar
esa alternativa la noche anterior no tuvieron en cuenta la altimetría del terreno y el camino
elegido les llevó a través de un terreno ascendente, que por tramos ni siquiera podían hacer
montados en la bicicleta, hasta un precipicio desde el que era casi imposible descender por la
vertiente contraria salvo que alguien se jugara la vida saltando de saliente en saliente con la
bicicleta al hombro, riesgo que asumieron dos participantes. El resto se dio la vuelta acumu-
lando un retraso de tres horas con respecto a los que siguieron la ruta sugerida. El comentario
general de los que sufrieron aquel percance fue “deberíamos habernos dado la vuelta antes al
comprobar sobre el terreno que continuar en esa dirección era una estúpida huida hacia delante”.
Pasados unos días y analizando el incidente lo conecté con el empecinamiento y cabezonería
con la que algunos profesionales abordan circunstancias parecidas, es decir, cuando todo
hace indicar que se ha cometido un error y por evitar reconocerlo, para que el ego no resulte
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