mala genética” o, lo que es peor, concluyamos
que “nunca conseguiré ponerme en forma” o
cualquier otro juicio que me cierre posibilida-
des de logro.
Ahora bien, otro tipo de cambio quizás más
importante que el remediativo, dado lo om-
nipresente del mismo, es aquél orientado a
hacer cosas con el fin de mantenerlas: hace-
mos ejercicio para mantener la forma física,
llamamos o quedamos con nuestros amigos
para mantener las relaciones, llevamos el co-
che a revisión para mantener la salud del
motor, dormimos para mantener nuestros ni-
veles de energía, y un largo etcétera. La mayor
parte del tiempo estamos haciendo muchas
cosas para que todo siga igual. Probable-
mente, cuando mejor notamos este tipo de
cambios que normalmente pasan desapercibi-
dos es cuando no conseguimos mantenerlos
adecuadamente: el coche se estropea, mis
relaciones se rompen, o mi salud me pasa
factura con alguna dolencia. En definitiva,
cuando acontece cualquier tipo de resultado
no deseado.
En esos momentos, una pregunta interesan-
te que es útil plantearse es: “…¿Cómo hace-
mos para mantener las cosas en el tiempo?...”
Pero también “…¿Qué hemos hecho o hemos
dejado de hacer para no mantenerlas adecua-
damente?...” Una vez más, mantener las cosas
tiene que ver con “hacer”, no con “ser” o “te-
ner”. Seguramente, si analizamos la pregunta
en detalle, a cualquiera de nosotros nos cues-
te dar una respuesta amplia y descriptiva de
cómo hacemos lo que hacemos. Es algo que
sencillamente “nos pasa”.
Si volvemos al ejemplo del peso o a cualquier
otro similar, en algún momento habremos
activado nuestra motivación para iniciar una
dieta, hacer ejercicio, aprender un idioma o
lo que sea que nos hayamos propuesto. Exis-
17