nerviosamente, alegremente, etc, pero también
podemos comportarnos de forma distintas e
incluso totalmente opuestas. Desde la pers-
pectiva del “HACER”, y nuestra identidad es un
ejemplo de “hacer” a diferentes niveles, las co-
sas pasan a ser más cambiantes y dinámicas.
Algo semejante nos ocurre desde la pers-
pectiva del “TENER”. Muchas habilidades y
cualidades que realizamos las entendemos
desde un sentido de posesión; utilizamos expre-
siones como “tiene talento”, “tiene capacidad”,
“tiene fuerza de voluntad” o “tiene motivación”,
como quien dice que alguien tiene ojos azules o
pelo rubio; pero una vez más, percibir las cosas
desde esta perspectiva las convierte en aspec-
tos demasiado inamovibles y difíciles de alterar.
El inicio de año es una época en la que habi-
tualmente nos proponemos nuevas metas o
al menos actualizamos las que nos habíamos
marcado; propósitos típicos como perder peso,
conseguir recuperar la forma física, aprender
un idioma o cambiar de trabajo son ejemplos
clásicos que completan nuestro ideario de pro-
mesas… y lo que tienen en común es que todos
ellos son aspectos que exigen “hacer” cosas en
el mundo para producir -o mantener- un deter-
minado resultado.
En este sentido, algo interesante con los cam-
bios que buscamos es la diferente naturaleza
de los mismos: el tipo de cambio más fácil de
notar es aquél en el que buscamos “arreglar” o
“remediar” las cosas, bien porque no estamos
consiguiendo lo que nos proponemos o bien
por que en algún momento nuestro bienestar
se ha interrumpido en cierta forma. Así que, si
observo con horror cómo al finalizar las fies-
tas navideñas el marcador de la báscula se ha
desplazado diez kilos a la derecha, es probable
que mi malestar sea suficiente para plantearme
que tengo que “remediar” el asunto de mi so-
brepeso. Es fácil que en esta fase nos sintamos
fuertemente motivados para tomar cartas en
el asunto, y hasta es posible que consigamos
nuestro objetivo durante algún tiempo, hasta
que volvamos a bajar la guardia y nuevamente
nuestra amiga la báscula nos enfrente con la
dura realidad. En este punto, sobre todo cuando
ha ocurrido de forma recurrente, probablemen-
te empezamos a analizar lo sucedido y termina-
mos con explicaciones del tipo “me falta fuerza
de voluntad”, “soy vago”, “soy un glotón”, “tengo
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