TALENTO Ene-Feb 2017 1 | Page 31

una cuestión de estímulo o de desarrollo , sino de conservar la vida . Ahora no sólo soy mucho más prudente cuando voy en moto , sino que he extrapolado este aprendizaje a mi profesión . Aunque me sepa de memoria un taller , aunque haya practicado hasta la saciedad las dinámicas que lo componen , aunque conozca profundamente la filosofía de la empresa cliente , me lo repaso , lo ensayo mentalmente de arriba a abajo ; no vaya a ser que algo no previsto me haga irme al suelo de repente .
3 . UN HÁBITO ES SÓLO UN SISTEMA QUE EMPLEA EL CEREBRO PARA AHORRAR ENERGÍA . ES PERFECTAMENTE POSIBLE SUSTITUIRLO POR OTRO .
Por encima de cualquier otro logro o consideración , 2016 ha sido para mí el año de la reconciliación con mi cuerpo .
Nunca he sido un tipo deportista , una de esas personas que cuando no están jugando al fútbol están subiendo una montaña o practicando windsurf , porque no saben quedarse quietas . Mis aficiones , desde muy niño , fueron mucho más intelectuales o emocionales que físicas ; aún me recuerdo , con siete u ocho años , sentado en un extremo del patio del colegio conversando con los compañeros más gorditos de la clase , aunque yo no lo fuera , lejos del bullicioso caos -y de los tremendos balonazos- de los partidos de fútbol de siete clases distintas que compartían el mismo campo de juego y la misma portería a la hora del recreo . Yo era un crío tranquilo , sedentario , nada competitivo ; jamás entendí la gracia que tenía matarse por conseguir el balón , y me resultaba mucho más estimulante charlar con mis amigos acerca del último episodio de Mazinger Z o sobre cualquier otra cosa que volver a casa con tres puntos en la ceja .
A eso de los trece años comencé a practicar karate , un arte marcial por entonces poco implantado aún en España , y fue casi más por la insistencia de mi padre que por propio convencimiento . Lo cierto es que se me dio bien , así que con el paso de los años fui consiguiendo cinturones negros y trofeos , además de alguna lesión . Pero , aunque técnicamente fuera bueno , nunca me gustaron la competición ni el combate . Por ejemplo , la sensación de angustia y la tensión generadas por la expectativa de las peleas , aunque éstas estuvieran limitadas al tatami , solían provocarme fiebre la noche antes de un campeonato .
Quizás por ello o por agotamiento físico o mental después de millones de golpes de puño y de pierna , dejé el karate a los veinticuatro años . Y , desde entonces , mi vida deportiva puede definirse como una sucesión de intentonas ; a veces , de recuperar la forma física apuntándome a gimnasios para luego no ir ; y a veces , de eliminar los kilos de grasa acumulados en la cintura haciendo dietas milagrosas que , una y otra vez , me
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