TALENTO Ene-Feb 2017 1 | Page 29

buenos días ”.
Me quedé petrificado , no esperaba una actitud tan áspera , y mucho menos cuando ni siquiera había comenzado a facilitar el encuentro . Ante mi asombro y la cortés petición de una explicación de su comportamiento , el participante mostró nuevamente la peor de sus caras y me respondió con otro improperio , más grosero aún -si cabe- que el primero . Invitado a irse si el taller no era de su interés , decidió quedarse por el carácter supuestamente obligatorio del evento .
Ni que decir tiene que , a partir de ese momento , el clima emocional en el que se desarrolló el encuentro dejó mucho que desear . Creo que fui capaz de salvar la situación con profesionalidad y oficio , pero evidentemente no fue el taller de mi vida , y , aunque nuestro sujeto no volvió a decir nada a lo largo del mismo , su actitud me hizo reflexionar mucho en ese momento , y también después . ¿ Qué había hecho yo mal ? ¿ Por qué alguien que no me conoce había actuado de una forma tan sumamente grosera cuando mi única intención era ser cordial y ayudarle a tener influencia en la estrategia de la empresa ? ¿ Qué haría diferente de volverme a encontrar la misma situación ? ¿ Cuándo podría ocurrir de nuevo ?...
Ignoro qué pasaba por la cabeza de ese hombre , pero , como las personas no suelen ser tan preventivamente desafiantes por naturaleza , parece obvio que estaba defendiéndose de algo que le había sucedido en la empresa con anterioridad , y de lo que yo no era nada más que la cara visible … o el trasero más fácil de patear en ese momento . Y precisamente eso hizo , independientemente de mi intención ayudadora .
La situación fue superada , digerida e interiorizada . Pero ¡ qué duro resulta a veces aprender ! Aún me duele el final de la espalda .
2- NO IMPORTA CUÁNTAS VECES HAYAS HECHO ALGO . LA SORPRESA PUEDE SALTAR EN CUALQUIER MOMENTO .
El presente aprendizaje lo obtuve a partir de un golpe mientras conducía mi moto . Si bien cualquier accidente de moto es potencialmente grave , éste sólo tuvo consecuencias físicas en el frontal del vehículo y en mi ritmo cardíaco , que debió llegar a 180 pulsaciones por minuto . Afortunadamente , nada más .
Sucedió en la curva que conecta la vía de servicio de la autopista con la urbanización donde vivo . Es un camino que he recorrido en coche y en moto miles de veces , conozco perfectamente el trazado y , si me apuras , cada bache no restaurado en el asfalto . Y tampoco es una zona donde se circule a más de 20 o 30 kilómetros por hora , lo que resultó clave en la escasa gravedad del incidente .
La tarde del 1 de marzo di por concluida mi jornada laboral después de un día no especialmente cansado . Con buena visibilidad , firme seco y tráfico reducido , nada hacía prever un choque en los siete minutos escasos que tardo en recorrer la distancia entre la oficina y mi casa -sí , ya sé que soy un privi-
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