Take Off Magazine Edición N°8 | Page 48

HISTORIA I Sub oficial Retamozo bajó los códigos secretos de comunicaciones y les manifesté que dejaran todo tipo de identificación individual. Coordiné con el Cap. Yanez, Jefe de la Primera Patrulla, para que todos abordaran el helicóptero y personalmente dejé al SO Torres Lozano mis pertenencias, con mi dinero y documentos diciéndole: “Si no regreso se lo entregas a mi esposa”. Prendimos la máquina y decolamos con destino al PV-22, siendo las 12.56 horas. Nuestro vuelo se realizaba sobre copas de árboles, a mínima velocidad y siguiendo el cauce del rio Comainas, debido a que no conocía el PV-22, sino solo por fotografías aéreas a las ametralladoras anti-aéreas que tenían los ecuatorianos. Durante el camino, nos fue dirigiendo el piloto del helicóptero FAP que se encontraba como observador aéreo. Al llegar, y viendo que no nos disparaban desde la vegetación, tomé la posición de tiro y fue ahí que disparé los 32 cohetes del MI-8, mientras en simultaneo se disparaban las ametralladoras AKM y PKM para facilitar el desembarco de las patrullas. El punto de aterrizaje era muy fangoso, por lo que al aterrizar mantuve al helicóptero con las RPM altas para evitar que la máquina se Magazine hundiera en el barro. En ese momento le grité al Ingeniero de Vuelo: ¡Bajen! ¡Bajen! El teniente Sánchez abrió su ventana y comenzó a disparar a la derecha su ametralladora AKM a los lugares desde donde ya nos estaban disparando, mientras que el SO Retamozo hacia lo mismo con la PKM en la puerta de salida para proteger a la patrulla. Cuando el SO More me confirmó que ya había bajado toda la patrulla de asalto, comencé a decolar por el lado derecho (ruta indicada en el breafing para la salida), pero en ese momento me di cuenta que no se podía decolar por ese lado pues habían árboles de 15 a 20 metros de altura, desde los cuales nos disparaban. No me quedó otra alternativa que girar el helicóptero sobre su eje y salir por la ruta de entrada. Cuando comienzo a decolar tuve que trepar y girar violentamente a la izquierda para evitar chocar con el MI-8T FAP, que se encontraba ingresando en ese momento y que no disparo sus cohetes como se le había ordenado por lo difícil de la maniobra de disparo y porque nuestras tropas ya se encontraban en la zona. Rápidamente regresamos a Comainas, donde aterrizamos para recoger a 17 hombres más (3ra patrulla al mando del Tte. Peralta) e insertarlos en la misma posición para tener mayores efectivos en la zona. En esta oportunidad sentimos más disparos de parte de los ecuatorianos ya que no se contaba con el factor sorpresa del primer desembarco. Durante el aterrizaje, posiblemente nos 1IMAGEN DEL MI-8T EP-561 ACCIDENTADO, LUEGO DE SU PARTICIPACIÓN EN EL FALSO PAQUISHA. 48 impactaron las balas, aunque en ese momento no lo sentimos. Estando de regreso comenzó una fuerte tormenta con lluvia torrencial y vientos encontrados. Fue en ese momento que se sintió una vibración en la máquina que repercutía en el mando cíclico, hecho que se fue incrementando a medida que se reducía la velocidad. Paralelamente comenzaba a perder RPM en el rotor principal, por lo que me vi obligado a dar un poco de velocidad para no caer al río y así logré desplazar al helicóptero a un platanal. Al ir cayendo y disminuyendo la velocidad, se hacía más difícil el control del cíclico y pedales, es decir ya no podía frenar la caída. Durante el impacto, logré posar fuertemente el MI-8T, sintiendo un bamboleo de la máquina que fue en aumento hasta quedar volteado como consecuencia del hundimiento de una de las llantas del tren principal en el fango. En ese momento procedí con insistencia a apagar las turbinas mediante sus palancas de corte de combustible y evitando que la máquina explotara. Luego todo era silencio. Sólo se escuchaba el ruido de la fue rte lluvia cayendo sobre el fuselaje y después a la tripulación abandonando el helicóptero por la escotilla de emergencia. Una vez afuera, constaté que la tripulación solo tenía fuertes golpes por la caída, pero el personal militar que fue a auxiliarnos encontró un soldado muerto a una distancia aproximada entre 30 y 40 metros del lugar del accidente, como consecuencia del impacto de un pedazo de la pala que le cercenó el brazo y le destrozo la espalda. Posteriormente, pedí permiso al Coronel Basadre para evacuar a toda la tripulación a Lima, trasladándonos inmediatamente en helicóptero al aeródromo de Ciro Alegría y posteriormente a Lima en el L-100 Hércules de la FAP.