HISTORIA I
Sub oficial Retamozo bajó los
códigos secretos de comunicaciones y les manifesté que dejaran todo tipo de identificación
individual. Coordiné con el Cap.
Yanez, Jefe de la Primera Patrulla, para que todos abordaran
el helicóptero y personalmente dejé al SO Torres Lozano mis
pertenencias, con mi dinero y
documentos diciéndole: “Si no
regreso se lo entregas a mi esposa”.
Prendimos la máquina y decolamos con destino al PV-22,
siendo las 12.56 horas. Nuestro
vuelo se realizaba sobre copas
de árboles, a mínima velocidad y siguiendo el cauce del
rio Comainas, debido a que no
conocía el PV-22, sino solo por
fotografías aéreas a las ametralladoras anti-aéreas que tenían los ecuatorianos. Durante
el camino, nos fue dirigiendo el
piloto del helicóptero FAP que
se encontraba como observador aéreo.
Al llegar, y viendo que no
nos disparaban desde la vegetación, tomé la posición de
tiro y fue ahí que disparé los
32 cohetes del MI-8, mientras
en simultaneo se disparaban
las ametralladoras AKM y PKM
para facilitar el desembarco de
las patrullas. El punto de aterrizaje era muy fangoso, por
lo que al aterrizar mantuve al
helicóptero con las RPM altas
para evitar que la máquina se
Magazine
hundiera en el barro. En ese
momento le grité al Ingeniero de Vuelo: ¡Bajen! ¡Bajen!
El teniente Sánchez abrió su
ventana y comenzó a disparar
a la derecha su ametralladora
AKM a los lugares desde donde ya nos estaban disparando,
mientras que el SO Retamozo
hacia lo mismo con la PKM en
la puerta de salida para proteger a la patrulla.
Cuando el SO More me confirmó que ya había bajado toda
la patrulla de asalto, comencé
a decolar por el lado derecho
(ruta indicada en el breafing
para la salida), pero en ese
momento me di cuenta que no
se podía decolar por ese lado
pues habían árboles de 15 a
20 metros de altura, desde los
cuales nos disparaban. No me
quedó otra alternativa que girar el helicóptero sobre su eje
y salir por la ruta de entrada.
Cuando comienzo a decolar
tuve que trepar y girar violentamente a la izquierda para evitar
chocar con el MI-8T FAP, que
se encontraba ingresando en
ese momento y que no disparo
sus cohetes como se le había
ordenado por lo difícil de la
maniobra de disparo y porque
nuestras tropas ya se encontraban en la zona.
Rápidamente regresamos a
Comainas, donde aterrizamos
para recoger a 17 hombres
más (3ra patrulla al mando del
Tte. Peralta) e insertarlos en
la misma posición para tener
mayores efectivos en la zona.
En esta oportunidad sentimos
más disparos de parte de los
ecuatorianos ya que no se contaba con el factor sorpresa del
primer desembarco. Durante
el aterrizaje, posiblemente nos
1IMAGEN DEL MI-8T EP-561 ACCIDENTADO, LUEGO DE SU PARTICIPACIÓN EN EL FALSO PAQUISHA.
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impactaron las balas, aunque
en ese momento no lo sentimos.
Estando de regreso comenzó una fuerte tormenta con
lluvia torrencial y vientos encontrados. Fue en ese momento
que se sintió una vibración en
la máquina que repercutía en el
mando cíclico, hecho que se fue
incrementando a medida que
se reducía la velocidad. Paralelamente comenzaba a perder
RPM en el rotor principal, por
lo que me vi obligado a dar
un poco de velocidad para no
caer al río y así logré desplazar
al helicóptero a un platanal. Al
ir cayendo y disminuyendo la
velocidad, se hacía más difícil
el control del cíclico y pedales,
es decir ya no podía frenar la
caída. Durante el impacto, logré posar fuertemente el MI-8T,
sintiendo un bamboleo de la
máquina que fue en aumento
hasta quedar volteado como
consecuencia del hundimiento
de una de las llantas del tren
principal en el fango.
En ese momento procedí
con insistencia a apagar las turbinas mediante sus palancas de
corte de combustible y evitando que la máquina explotara.
Luego todo era silencio. Sólo se
escuchaba el ruido de la fue rte
lluvia cayendo sobre el fuselaje
y después a la tripulación abandonando el helicóptero por la
escotilla de emergencia.
Una vez afuera, constaté
que la tripulación solo tenía
fuertes golpes por la caída,
pero el personal militar que
fue a auxiliarnos encontró un
soldado muerto a una distancia aproximada entre 30 y 40
metros del lugar del accidente,
como consecuencia del impacto de un pedazo de la pala que
le cercenó el brazo y le destrozo
la espalda. Posteriormente, pedí
permiso al Coronel Basadre
para evacuar a toda la tripulación a Lima, trasladándonos
inmediatamente en helicóptero
al aeródromo de Ciro Alegría y
posteriormente a Lima en el
L-100 Hércules de la FAP.