Capítulo I1:
Recuerdos
Para cuando uno de ellos se percató de que me acercaba fue demasiado tarde la navaja estaba clavada en su cuello y sus ojos se hallaron perdidos en los cálidos dominios de la muerte. Los otro dos reaccionaron ante la muerte de su amigo, pero yo era más rápido.
Con una velocidad considerable conseguí sacar mi navaja del cuello del muerto, recogí una jarra de cristal que se hallaba en una mesa cercana, y al mismo tiempo que estos dos rufianes se abalanzaron sobre mí yo con mi navaja apuntaba al cuello de uno mientras que con la jarra iba a la cabeza del otro. Mi jugada salió bien al mismo tiempo que estallaba la jarra de cristal el segundo cuerpo yacía sobre mis pies. Antes de saber dónde estaba el tercer sujeto corrió el mismo destino que sus compañeros. Me sentí liberado de todo el odio pues me había vengado de las personas que me lo quitaron todo. O eso pensaba.
Jorge D.B. (1º Bto.)